CAPITULO XXVI.
No usan hazer estos indios sus casas (que comunmente llaman ranchos, y en su lengua Tabu) de piedra, ni ladrillo, sino de madera, cubiertas con paxa, de que tienen variedad, porque unos las cubren con junquillos, otros con carrizo y otros con cortadera, y en una parte lleba un genero de estos la tierra, y en otras otro, y en cada una se acomodan con lo que hallan. La armazon es de unas varas largas, clavadas en el suelo, ya en redondo, ya en quadro, las quales, juntas arriba y entretegiendo varillas delgadas a los lados y cubriéndola con paxa, haziendo escalerillas de una paxa sobre otra, queda hecha la casa, sin mas arquitectura, sin mas trabaxo ni dificultad. Pues esta casa tan facil de hazer, tan breve de acabar y que cada uno la puede hazer con los de su casa, no la ha de hazer con los suyos, por ser cosa de menos valor y cosa afrentosa hazerse uno su casa, y si la hiziera le tubieran por un hombre ruin y menguado y por persona desvalida y que no tiene amigos ni parientes de quienes valerse. Y assi es costumbre assentada que el que ha de hazer una casa de estas ha de convocar a toda su parentela y a todos los de la provincia. Y esta casa se ha de hazer en tres tiempos y en tres vezes, y cada vez ha de hazer una fiesta en que han de bailar, comer y beber tres o cuatro dias. La una fiesta ha de ser al clavar las varas en el suelo, la otra al embarillar al rededor, y la ultima al cubrirla de paxa [1]. Y todos son achaques para beber, y costumbre de la tierra que
- ↑ Este es el jenuino oríjen de los mingacos o reunion de trabajadores sin mas paga que la comida i la bebida, como suele hacerse todavia en las trillas i otras faenas de campo en algunos lugares apartados. En las ciudades, esta costumbre ha desaparecido por completo. Pero la mayor parte de las iglesias antiguas, inclusa la Catedral, fueron construidas en gran parte por el sistema de mingacos indijenas. La última obra pública hecha por mingaco de que tengamos noticia, fué la construccion de la Casa de ejercicios de San José en 1821.
No deja de ser curioso el hecho de que los indíjenas, cuyas costumbres observaba tan de cerca el historiador jesuita, celebrasen con fiestas la conclusion de ciertos detalles de la obra de una casa, lo cual se observa actualmente entre los constructores al poner el primer tijeral, disparando voladores, enarbolando banderas, i por supuesto bebiendo chicha u otro licor, porque nuestros paisanos, herederos lejítimos de sus abuelos, "nunca tratan cosas a secas."