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XIV
ADVERTENCIA

en aquella fatal jornada. El padre Rosales era sumamente animoso, como hemos de tener mas de una relevante ocasion de anotarlo adelante de este ensayo.

VII.

El misionero de Arauco encontróse tambien un año mas tarde en la mas famosa batalla i victoria de la guerra araucana, ganada el 13 de enero de 1631 por el gobernador Lazo de la Vega sobre los toquis Clentaru i Putapichion en la Albarrada, a pocas cuadras del fuerte i tercio de Arauco. La Albarrada fué la represalia de Piculhüe, cuya última derrota i batalla llamó Santiago Tesillo, jefe de estado mayor de Lazo de la Vega, de Picoloe.

No consta que el padre Rosales se hallase personalmente al lado del gobernador en la Albarrada, como lo estuvo junto al maestre de campo en Piculhüe, si bien el haber salido a prestar auxilio espiritual a los soldados era propio de su noble ánimo. Mas existe suficiente certidumbre que se hallaba en ese dia a la cabeza de su mision en Arauco i que, ayudado de siete clérigos que le acompañaban, confesó i preparó para el combate el ejército castellano entero, desde el jeneralísimo al último clarin, poniéndolos bajo el manto de la Vírjen, cuya era su predilecta i mas ardiente devocion.

Desde el gobierno de Lazo de la Vega comienza la vida activa político-eclesiástica i aun militar del padre Diego de Rosales, i por esto él mismo dice en cierto pasaje de su historia que desde aquella época ya no narra como cronista sino como testigo ocular de los sucesos. El historiador refiere prolijamente i con lucidos toques de escritor la batalla de la Albarrada, que él llama de Petaco, en el capítulo XIII del libro VII de su Historia.

VIII.

Sin embargo de esto, durante el resto del gobierno de Lazo de la Vega, que duró diez años (1629-1639), el misionero en jefe de Arauco hizo una vida completamente espiritual i pacífica, llenando con fervor de anacoreta el largo plazo de su segunda probacion. Era un incansable ministro de conversiones. Habia aprendido con perfecta llaneza la lengua indíjena, i confesaba, predicaba i convertia en todas las tribus. Viajaba para estos fines, a veces, a los puntos vecinos de Arauco, como Paicaví o Lavapié, escapando muchas ocasiones su vida de celadas asesinas que le armaban los indios finjiéndose cristianos, al paso que cuando obtenia la necesaria licencia de sus superiores estendia su propaganda a todo el territorio araucano, llegando hasta el Imperial, hasta Villarica, hasta Tolten, a la isla de Santa Maria i a Valdivia mismo. En la vida del padre Alonso del Pozo, que escribió años mas tarde, refiere él mismo que, encontrándose en Tolten Alto, es decir, en las vecindades de Villarica, se dirijió al valle de la Mariquina, hoi San José, junto al rio de Cruces, camino de Valdivia, i añade que en esa jornada tardó un mes entero, predicando i convirtiendo en las dos márjenes del rio Tolten. "Porque habiendo ido desde la mision de Boroa, dice el fervoroso misio-