CAPITULO XXII.
Fuera de las guerras y batallas que estos indios de Chile tienen unos con otros y con los Españoles, tienen entre si unas parcialidades con otras sus guerrillas civiles y peleas en que se matan muchos unos a otros, y son estas muy continuas por no aver entre ellos justicias que las atage, ni tener otro modo de hazerse justicia unos a otros y castigar o vengar sus agravios, sino con las armas. Y estas peleas son de ordinario en las borracheras, despues de haber comido y bebido juntos, que con el calor de la bebida se les enciende la sangre, se les avivan las especies de los agravios y se les excita la cólera, y sale cuestion de los brindis, y de la embriaguez nacen los pleitos y se originan las venganzas, y sobre los hurtos, sobre los adulterios, sobre los hechizos y las muertes passadas, toman las lanzas y se acometen tan furiosos como desatentados, y alli se matan unos a otros, y en acabándose el furor de la bebida no se acuerdan mas de lo que passó, ni tienen desafios ni duelos. Y las muertes que alli se han hecho las componen entre si pagando a las partes. Y en estas ocasiones entran los caciques a componerlos y como jueces arbitros determinando quien tubo la culpa de las muertes y tasando las pagas que se han de dar para satisfacer a los parientes de el muerto. Y estas muertes se pagan siempre con llancas, que son las piedras verdes y negras, variadas con vetas de uno y otro color, que estiman mas que los diamantes y esmeraldas, de que no hazen caso. Y cada sarta de