necesario usar de algun ardid para salir del peligro con reputacion, mandó hazer muchos fogones aquella noche, y dejándolos ardiendo, retiró la gente a las embarcaciones y pússose al abrigo de una punta para ver lo que passaba, y al amanecer vió que con grande grita y algazara dió sobre el alojamiento que avia desamparado una grande junta de indios. Con que desengañado de que no podia con tan poca gente, que no llegaban a treinta, acometer a tanta multitud, se retiró a Chiloé trayendo estas noticias.
Demas destas adquirieron en Chiloé otras el año de 1640, que aviendo hecho una entrada hazia el estrecho el alferez Diego de Vera por órden del general don Bartolomé Galeazo de Alfaro, cogió un indio llamado Atapa, el cual dixo que hazia el Estrecho avia Españoles, blancos y rubios con barbas, y que andaban vestidos al modo de los Españoles de Chiloé. Con esta y las demas noticias antiguas, se excitaron los ánimos de los de aquella provincia y principalmente el general Dionisio de Rueda que la gobernaba, persona de valor y mucha christiandad, y offreciéndose a acompañar la gente el padre Jerónimo de Montemayor, misionero de la Compañia de Jesus, celoso del bien de aquellas almas, fervoroso obrero de la viña del Señor y de animoso espíritu para empressas dificultosas, salieron, penetrando aquellos mares y venciendo dificultades en doblar aquellas islas hasta dar fondo en el puerto de los Pabellones, en la costa de la Provincia de Pucaqui, frontera de los Gabiotas, gente agigantada. Alli hallaron que avia dado a la costa un árbol de navio, que todos los entendidos de la mar por las señas digeron que era árbol de baupres, y vieron entre los indios de aquellas islas pernos y clavazon vizcaina, señal de que todo era de navio de Españoles. Passaron con inmenso trabajo a buscar lengua, llebando en partes las Piraguas a cuestas, principalmente en una caleta, hazia la Provincia de Allana, y aviendo hecho las diligencias por mar y por tierra, cogieron un indio barbado, desnudo, alto de cuerpo y tan pequeño de animo, que quando le examinaban todo era temores y contradicciones en sus dichos: sosegáronle sus recelos, aseguráronle que no le querian hazer mal ninguno, sino saber dél donde estaban sitiados unos españoles que tenian noticia habitaban por aquellas partes del Estrecho, a que respondia unas vezes que por ay estaban los Viracochas, que assi llaman a los Españoles en aquellas partes, tomando de los Indios del Perú el nombre que dieron a los Españoles, llamándolos Viracochas con el nombre de su Dios Viracocha, y otras vezes dezia que ya eran muertos, sin dar razon donde ni donde no. Y encontrando con una India, les dixo que los Españoles que avian visto eran mas blancos y rubios que ellos. Y otra, que los Viracochas que ellos conocian eran los de la tierra de aquel indio. Que como el y los de su tierra eran barbados, por lo que se parecian a los Españoles, los llamaban con el nombre que a los Españoles: Viracochas.
Con tan poca luz y deseosos de mayor claridad, se arresgó parte de la gente a saltar en tierra en la Provincia de los Gabiotas, donde dezian que avia hombres blancos y con barbas, y aviendo encontrado con un rancho lleno de indios desnudos algo blancos y barbados, se alborotaron de suerte que, poniéndose en defensa con macanas, piedras y palos, pelearon con los nuestros con gran denuedo, y como los cogian desnudos les daban cuchilladas y estocadas sin resistencia, corriendo arroyos de sangre de sus cuerpos: mataron algunos y quedaron otros heridos, y tubieron