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DIEGO DE ROSALES.

siendo continuada forzosamente avian de zabordar en ella con la trabesia, que sopló tan bárbara y porfiada [1].

Estribando en tan solidos fundamentos propusieron sus designios a don Juan Clemente Riesio, de la Ciudad de Horna, y a Pedro Clemente, Cónsul y a otras personas de la nobleza, los quales aprobaron su determinacion y juzgaron que era bien aventurarse a probar ese descubrimiento. Y assi armaron dos naves, la una de ciento y ochenta toneladas de medida holandesa, nombrada Concordia, con sesenta y cinco hombres, diez y nueve tiros de bronce y cuatro roqueras, muchos mosquetes y municiones. La otra, de cincuenta y cinco toneladas, llamada el Cuerno, con veinte y dos hombres y ocho piezas de bronce y cuatro roqueras, y por su capitan Juan Cornelio Escouten. Vino por Gobernador y guia de esta empresa Jacobo Le Maire, aunque otros dizen que entregaron el mando de todo a Guillermo Escouten y la administracion de las mercancias a Jacobo Le Maire, hixo de Isac Le Maire. Solos estos dos sabian el fin y designios de la jornada: los demas marineros y soldados hizieron pleito omenage que no desampararian aquellos vageles y que seguirian a Guillermo Escouten a donde quiera que fuese, sin exceptuar region ninguna por contraria que se experimentase. El vulgo, ignorando el termino de aquella expedicion naval, les daba apellido y los nombraba los buscones del oro, y los mercaderes decian que era el Colegio Austral: assi entretiene la novedad al vulgo ignorante de los designios.

Hiziéronse a la vela en el Puerto de Texel a catorce de Junio de 1615. Navegaron sin divertirse a ninguna parte hasta la Bahia del Deseo, en cuarenta y siete grados y dos tercios. A cinco de Noviembre, en la costa del Brasil, en altura de quatro grados y veinte y siete minutos, oyeron un grande y espantoso estruendo hazia la proa de la nave Concordia, y vieron por aquel costado el mar teñido en sangre: no pudieron por entonces conocer la causa, hasta que despues, dando carena, averiguaron que una estupenda bestia marina barrenó tres gruessas tablas siete palmos debaxo del agua y dexó clavada en ellas una punta fornida y maziza de una tercia de longitud de hechura de un colmillo de Elefante, y a veinte y cinco del mismo mes declaró públicamente Guillermo Escouten que iban a buscar otro Estrecho para el mar Austral mas adelante del de Magallanes, en donde sin duda hallarian muchos tesoros, con que se alegraron sumamente todos consibiendo esperanzas de hallar muchas riquezas en aquel descubrimiento.

A siete de Diciembre entraron en el puerto del Deseo, con arto contraste de la marea, que cresia con arrebatada corriente y soberbio escarceo, que los echaba a estrellarse en unas peñas puestas a la parte del norte. Retiráronse a una ensenada quanto pudieron, y muy apartados de tierra echaron ancoras en cuatro brazas y media, pe-


  1. El padre Rosales confirma en esta parte por completo la tésis histórica que en otra ocasion hemos sostenido (Historia de Valparaiso, cap. VII): que los verdaderos precursores del descubrimiento del cabo de Hornos partieron del Pacífico i no del Atlántico, cabiendo este honor a un encomendero de Chile i almirante del mar del Sur, que fué dueño de la hacienda de Longotoma, el piloto de Sarmiento, Hernando Gallegos Lamero. El padre Acosta habia sostenido, antes que naciera talvez Guillermo Schowten, que los dos mares se juntaban mas allá del Estrecho de Magallanes, porque así se lo habia dicho en persona Lamero en Lima en 1590, esto es, treinta años ántes del descubrimiento del piloto holandes. Por esto la presente relacion es mui interesante como comprobacion. No estará de mas digamos aquí que en el libro citado, i que publicamos hace diez años se encuentran los retratos de todos los almirantes holandeses que visitaron el Pacífico, incluso el de Schowten i el facsímil del bombardeo de Valparaiso por el cruel Spilvergen en 1612.