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DIEGO DE ROSALES.

ron, y passada la línea equinocial enfermaron casi todos los soldados y marineros, murieron algunos, y entre ellos el General don Garcia de Loayza y el Almirante Cano. Succedió en el gobierno superior Toribio de Salazar, que pocos dias despues falleció en las Islas de los Ladrones.

Por su muerte se movió reñida competencia en la succesion del gobierno: eran los principales competidores el Capitan Martin Iñigez, natural del Reyno de Navarra, y el Capitan Fernando de Bustamante, que fué vno de los que volvieron en la nave Victoria de la jomada de Magallanes, y tubo por patria a la antigua y novilissima Ciudad de Mérida en Estremadura; y por sus grandes servicios y jornadas que hizo al estrecho y a las Molucas, le dio el Emperador Carlos V las armas que refiere Bernabé Moreno de Vargas, Historiador de Mérida, es a saber: vn escudo levantado contra otro, dorados en campo azul en lo alto, y en lo vajo vn arbol de clavo, seis clavos de especieria, seis noeses moscadas, seis raxas de canela, y sobre el yelmo vna letra que dice: Fernando de Bustamante, que de los primeros dió vuelta al mundo. Consertáronse en su differencia estos dos capitanes que gobernarian alternativamente, y con esta conformidad llegaron a vista de Mindanao y de allí a las Molucas. En Fidore fué su venida mui celebrada por don Garcia Henriquez, capitan mayor de los Portugueses, el qual, como dice San Roman, avia poco antes vsado una crueldad con los fidorenses mas de barbaros que de Christianos. Porque les movió guerra, y con demasiado coraxe y furor militar saqueó y asoló la principal ciudad de los fidorenses y executó en ellos horribles castigos de sangre y fuego, que todavia estava humeando y ardia como en un oprimido volcan en los corazones de aquellos isleños.

Declaráronse luego los castellanos por sus amigos de los de Fidore, fabricaron vn fuerte y le guarnecieron de mucha y muy buena artilleria. Acudieron luego los portugueses, visto esto, a ofreserles amigable hospedage, requiriéndolos que desistiessen de fortificarse, y tratassen de volverse luego a Castilla, para donde los aviarian de todo lo que vbiessen menester. Alegaron los Castellanos que las Molucas pertenecian a la demarcacion de Castilla, y que sin nuevo orden del Emperador, Rey de Castilla, no cederian de su derecho. Al fin entre las dos naciones se rrompia una braba y porfiada guerra, favorecida cada una de sus aliados ternates y fidorenses, en que se vió diversidad de succesos adversos y favorables con lamentable ruina de entrambas partes.

El año de 1526 emprendía la misma navegacion Sebastian Gaboto, Veneciano, segun Gomara, que refiere esta navegacion. Mándale el Emperador, estando en su servicio, entregar quatro naves bien artilladas, y en ellas doscientos y cinquenta españoles. Los mercaderes que con el se envarcaron celebraron trato de compañia, y le dieron diez mil ducados para vituallas y otros pertrechos navales. Tomó puerto en el Rio de la Plata, echó gente en tierra, mataron dos soldados los indios, detubiéronse mucho, gastaron las vituallas, no avia de donde suplirlas, y de comun acuerdo se volvieron a España.

El año de 1529 el Emperador Carlos V empeña las Molucas al Rei de Portugal en trescientos y sesenta mil ducados. Vivamente lo sintieron los Castellanos, y pidieron en las cortes generales del Reyno que pagarian el empeño dándoles por seis años el usufructo de las Molucas, y que passados, llevasse su Magestad adelante la