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DIEGO DE ROSALES.

mucha distincion, la utilidad y el gusto que de tan deseadas noticias y descripciones se podrá seguir, pues con tantos aprietos se piden. Y assi no será digresion de la historia general deste Reyno, el tratar por menudo y con distincion destas cosas, sino una de las principales obligaciones de ella y un precisso y obediente cumplimiento de los mandatos Reales en dicha cedula, que he pretendido executar con singular estudio, inquisicion y diligencia, riendo por mis ojos lo mas de lo que refiero, para que bien examinada la verdad, vaya mas pura. Y quise hazer de todas estas cosas relacion aparte en los dos libros primeros, por no interrumpir con ellas la narracion de las conquistas, poblaciones, guerras y batallas de los diez libros siguientes. Y assi referiré primero, por guardar el orden debido, los hechos, caminos y victorias de los que entraron primero en este Reyno de Chile, que como entraron por mar, sus hazañas fueron descubrir nuevos caminos y estrechos; su valor lució en la constancia, y sus victorias fueron de las furias de los vientos, de la sobervia de los mares, de la inchazon de las ondas y de la continua oposicion de los elementos y contradicciones de los pusilanimes.

Alcanzó entre todos los mas sonoros ecos de la trompa de la fama y los mas dilatados vuelos de sus alas, Fernando de Magallanes, caballero del Abito de Santiago, no menos por el valor heroyco de la empresa de su descubrimiento, que por las muchas sutiles y elegantes plumas que le han dado alas para volar por todo el mundo, sin limitacion de tiempo, ni convate de el olvido. Y si la mia tubiera el caudal que sus hechos merecen, le llebara en volandas de la otra vanda de la eternidad, por aber descubierto el primero el Reyno de Chile, assumpto de mi cuydado. Fué su patria la insigne Ciudad de Lisboa. Sirvió al Rey de Portugal muchos años, con valor y fidelidad. Ocupó los superiores cargos de la milicia, en Berberia, de que haze larga relacion Jerónimo de Osorio en las cosas del Rey D. Manuel de Portugal, y assi mismo en las conquistas de la India Oriental, donde por sus inclitas hazañas le estimó con publicas aclamaciones aquel ardiente rayo de la guerra y terror del Asia Don Alonso de Alburquerque. Que como dize Fr. Antonio de S. Roman, fué peritissimo, no solo en el arte militar, sino en el arte nautica y cosmografia, y assi gobernó con grande acierto y utilidad muchas armadas Reales que por orden del Rey se le encargaron.

Despues de mucho tiempo de ocupaciones militares, quando entendió que serian estimados sus relevantes servicios, le dieron motivo de grande sentimiento los ministros Reales de la fatoria de Azamor, como notó S. Roman, porque le apretaron con demasia en el ajuste de los gastos de la hazienda Real hechos en los sueldos y pertrechos militares de las armadas y navios, que habian estado a cargo de sus gobiernos. No fué mexor tratado en la Corte del Rey D. Manuel, a quien pidió le diesse ventaxa de un escudo cada mes, sobre el sueldo que tenia señalado, en remuneracion de lo que con tantos trabajos y lealtad le avia servido; nególo lisamente el Rey, por no hazer exemplar para que otros pidiessen lo mismo, sin atender a que los meritos son legitimes acreedores de al grandeza real, que se ha de regular por la deuda y meritos, y no por la censura de los embidiosos y pretensores sin iguales.

Tan ofendido se sintió de esta respuesta, que propuso en su animo vengarla por el mexor camino que pudiesse. Passó a Castilla, en compañia de otro portugues llamado Rodrigo Falero, doctissimo cosmo-