Página:Historia de una anguila y otras historias.djvu/84

Esta página ha sido corregida
78
ANTÓN P. CHEJOV

es convicción y lo que es talento. Seguramente hablaba solamente por hablar.

—Vamos a ponerte a ti como ejemplo— me dijo el abogado—. Tú estás convencido de que tu novia es un ángel y de que eres el más feliz de los mortales; pero yo te aseguro que me bastan diez o veinte minutos para que te sientes a esta mesa y la escribas a tu novia una carta rompiendo con ella.

Solté una carcajada.

—No te rías; hablo seriamente—observó mi amigo—. Si yo quiero, al cabo de veinte minutos te asustará la idea de casarte. No soy un gran talento, pero tú tampoco eres muy fuerte.

—¡A ver, prueba!—le contesté.

—¿Para qué? Lo digo sin intención de hacerlo. Eres un buen chico, y sería una crueldad someterte a prueba semejante. Además, hoy no tengo ganas de hablar.

Nos sentamos a cenar. El vino y el pensar en mi novia me llenaban de alegría; estaba rebosando juventud y felicidad. Mi amor era tan inmenso, tan poderoso, que el abogado, sentado frente a mí, me parecía chiquito y desgraciado...

—¡Haz la prueba!—le repetí varias veces—. ¡Anda, te lo ruego!

El abogado movió la cabeza, frunciendo el ceño. Evidentemente empezaba a fastidiarle.

—Sé que tú después de mi experimento me lo agradecerás; pero hay que pensar tam-