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ANTÓN P. CHEJOV

Indudablemente, con diez mil rublos se puede mantener un destacamento de bomberos; pero la cosa hará reír. Ustedes saben la importancia vital, la enorme importancia que tiene la torre vigía de los bomberos. Esto se lo afirmarán todos los sabios. Pues bien; para expresarme categóricamente, diré que nuestra torre no vale nada, ¡nada! Es demasiado baja. Junto a ella, todas las casas son más altas. Ocultan la torre. Si los bomberos no descubren un incendio, no es suya la culpa. En cuanto a los caballos y a los barriles... (Se desabrocha el chaleco, suspira y prosigue su discurso.)

los concejales (Unánimemente.)

Que el presupuesto sea aumentado en mil rublos. ¿¿(El alcalde interrumpe la sesión por algunos minutos para expulsar de la sala de la audiencia a un reportero.)

el jefe de bomberos

Muy bien. ¿Ustedes convienen, pues, en que la torre sea alargada en dos metros? Muy bien. Pero hay que fijarse que en este asunto andan mezclados los intereses del Gobierno y del país todo, y que si un maestro de obras lo toma por su cuenta, no pensará en los intereses del Estado, sino en los suyos propios. En cambio, si emprendemos el trabajo por