Página:Historia de una anguila y otras historias.djvu/225

Esta página ha sido corregida
219
HISTORIA DE UNA ANGUILA

—¿Qué hay? ¿A quién llamas?...

—¡Dios mío! No oye nada. Pero ¡comprende mi terror! He visto a un hombre entrar en nuestra cocina. Pelagia se va a asustar, y los cubiertos están en el armario.

—¡Qué majaderías!...

—Vasili, eres insoportable. Te digo que hay un ladrón en casa y duermes y roncas. ¿Qué quieres? ¿Que nos roben? ¿Que nos maten?

El vicefiscal se incorpora, siéntase en la cama y bosteza ruidosamente.

—¡Qué demonio! No le dejan a uno en paz ni durante la noche. ¡Imposible dormir tranquilo!

—Te lo juro, Vasili; he visto a un hombre encaramarse por la ventana.

—¿Y qué, después de todo? ¿Y qué que se encarame? Será probablemente el bombero de Pelagia.

—¿Qué dices?

—He dicho que probablemente será el bombero que viene a ver a Pelagia.

—Tanto peor—replica Marie Michailovna—; peor que si fuera un ladrón. Yo nunca permitiré en mi casa cinismo semejante.

—¡Vaya una virtud! No permitir cinismo. Esto no es un cinismo. ¿A qué emplear vocablos extranjeros? Es tradicional que cada cocinera tenga su bombero.

—Esto prueba que tú no me conoces. Yo no puedo tolerar que en mi casa nadie se permita... Hazme el favor de ir a la cocina y or-