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HISTORIA DE UNA ANGUILA

vuelven a sentarse y quieren proseguir el juego.

—¡Sonia está dormida!—declara Aliocha.

Sonia tiene su cabecita rizada puesta en los brazos cruzados y duerme con un sueño dulce y tranquilo, como si estuviera en su cama. Se durmió sin notarlo mientras que los otros buscaban el copec.

—Anda, échate en la cama de mamá; acuéstate—le dice Ania sacándola del comedor—. ¡Vámonos!

Todos la acompañan, y cinco minutos después la cama de mamá ofrece un espectáculo extraordinario: Sonia duerme; al lado suyo ronca Aliocha; Gricha y Ania tienen las cabezas descansando en las piernas de sus hermanas y están igualmente profundamente dormidos, así como el hijo de la cocinera, acurrucado al pie de la cama. Alrededor están esparcidos los copecs, que han perdido su valor hasta el próximo juego. ¡Buenas noches!