Página:Historia de una anguila y otras historias.djvu/134

Esta página ha sido corregida
128
ANTÓN P. CHEJOV

vacío, o habrá dentro un cadáver? ¿Y quién es esa desgraciada que me hizo tan terrible visita? ¡Misterio!

Si no es un milagro, será un crimen.

Perdía la cabeza en conjeturas. La puerta estaba siempre cerrada en mi ausencia, y el sitio donde escondía la llave solamente lo sabían mis mejores amigos; pero ellos no iban a ponerme un ataúd en mi cuarto. Se podía presumir que el fabricante lo trajo allí por equivocación; pero, en tal caso, no se hubiera ido sin cobrar su importe, o por lo menos un anticipo.

Los espíritus me han profetizado la muerte. ¿Me habrán provisto tal vez de ataúd?

Yo no creía, y sigo no creyendo, en el espiritismo; pero una coincidencia semejante desconcertaría a cualquiera.

«Es imposible. Soy un cobarde, un chiquillo. Habrá sido una alucinación. Al volver a casa estaba tan mal impresionado, que los nervios me hicieron ver lo que no existía. ¡Es claro! ¿Qué otra cosa puede ser?»

La lluvia me mojaba; el viento me arrebataba el gorro y me arremolinaba el abrigo... Estaba chorreando... Tenía frío... No podía quedarme allí. Pero ¿adonde ir? ¿Volver a casa y encontrarme otra vez frente al ataúd? No podía ni pensarlo; me hubiera vuelto loco al ver otra vez aquel ataúd, que probablemente contenía un cadáver. Me decidí por ir a pasar la noche en casa de un amigo.