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ANTÓN P. CHEJOV
Mitiá coge el periódico y se lo mete en el bolsillo.
—Voy corriendo a casa de Makarof, para enseñárselo. También hay que mostrarlo a los Ivarmitskó, a Natalie Ivanovne, a Nissim Vanlievitch. Me voy a escape. ¡Adiós! Mitiá se pone la gorra y, excitado y alegre, sale corriendo a la calle.