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Historia de un amor turbio

XIII Pasaron dos meses. Rohan y Eglė gastaban sus nervios simulando perfecta indiferencia.

Cuando la conversación era general y sobre todo cuando el grupo prestaba atención á una sola persona, observábanse fugitivamente. A veces sus miradas se encontraban, y desde ese momento insistían infantilmente en dirigirse la palabra con la más clara expresión de naturalidad, para que el otro no creyera, etc. Se llamaban á veces por el nombre de un extremo á otro del comedor, á fin darse prueba de cabal dominio de sí. Pero ambos sabían que, a pesar de esto, no lograban engañarse uno á otro y que su amor continuaba creciendo en el fondo de esas bravatas.

Con todo, Rohan iba poco á lo de Elizalde.

Una mañana, después de ocho días de au-