esta perspicacia excesiva para seguir el juicio del médico mientras se cuenta el caso hermano del nuestro es cosa muy de loco... y la misma agudeza del análisis no hace sino confirmarlo...
Pero aún en este caso de qué manera, que otro modo podría defenderse un cuerdo?
1 —No hay otro, absolutamente otro! — se echó á reír el interrogado. Diaz me miró de reojo y se encogió de hombros sonriendo.
Tenía real deseo de saber qué pensaría el médico de esa extralucidez. En otra época yo la había apreciado á costa del desorden de todos mis nervios. Echéle una ojeada, pero el hombre no parecía haber sentido su influencia. Un momento después salíamos.
— Le parece ?... le pregunté.
—Hum!... creo que sí...—me respondió mirando el patio de costado. Volvió bruscamente la cabeza.
—¡Vea, vea!— me dijo apretándome el brazo.