Página:Historia de un amor turbio - Los perseguidos (1908).pdf/198

Esta página no ha sido corregida
198
Historia de un amor turbio

cho seguramente se habla reído de mí con el espantapájaro de su propia locura. Pero su afán de delatarse á escondidas tenía me nos por objeto burlarse de mi que divertirse á sí mismo. Yo era simplemente un pretexto para el razonamiento y sobre todo un punto de confrontación: cuanto más admirase yo la endemoniada perversidad del loco que me describía, tantos más rápidos debían ser sus fruitivos restregones de manos. Faltó para su dicha completa que yo le hubiera dicho:

— ¿Pero no teme su amigo que lo descubran al delatarse así »? No se me ocurrió, y en particular porque el amigo aquel no me interesaba mayormente. Ahora que sabía yo en realidad quién era el perseguido, me prometía provocarle esa felicidad violenta y esto es lo que iba pensando mientras caminaba.

Pasaron sin embargo quince días sin que volviera á verlo. Supe por Lugones que ha