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Historia de un amor turbio

No... esta tarde...no sé lo que tenía...

Tenía tanto miedo de que llegaras mal!...

Pero nunca, nunca más, verdad?

—No, nunca, nunca! Ya se acabó todo!

—Hace un momento pensaba: Jamás podremos ser felices... Hoy va á llegar como el otro día, peor aún se estrechó á él—y si vieras lo que sufro después, cuando te vas! Pero nunca más, no? No podría vivir así...

—Sí, y seremos felices, muy felices!

Subieron luego á la sala y Eglé tocó el piano, bajo cuya influencia Rohan sabía bien que sus esperanzas de disgustos concluídos para siempre lo llevarían á un definitivo porvenir de profunda felicidad conyugal. Después de comer bajaron de nuevo al jardín.

Las horas pasaban, repitiéndose las mismas cosas que para dicha de ellos cobraban cada vez un acento de más honda ternura.

Desde el incidente del banco, los leones de