Página:Historia de un amor turbio - Los perseguidos (1908).pdf/153

Esta página no ha sido corregida
153
Historia de un amor turbio

una asfixiante depresión de tempestad. La tranquilidad, bien que dolorida aún, llegábale.

—Me quieres? — la apretó, notando ya él mismo que esa forma suponía mejor estado.

—Sí, con toda mi alma! No te figuras, no te imaginas cuánto te quiero!...

—Ah, no sabes qué necesidad tengo de que me quieras!—le cogió la cara.

En cualquier otro momento la frase le hubiera parecido excesiva, literaria; pero ahora la sentía de tal modo, había surgido con tanta atormentada sinceridad de su alma, que Eglé la sintió también y sus ojos se empañaron de lágrimas.

—Y pensar meditó él dolorosamente en voz alta—que he necesitado todo este infierno para darme cuenta de cómo te quiero!...

Y la paz se hizo. A ratos, la pesadilla volvía á cogerlo; pero Eglé lo notaba en seguida en sus ojos.

—No, no!—se quejaba, atrayéndolo.

-