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los francmasones se decian católicos, y encubrian sus agresiones con el manto de la filosofía, ó a veces hipócritamente bajo el del jansenismo, siendo, por tanto, dificil probarles ni herejía ni apostasía, á ménos de ser tan locuaces é indiscretos como el pobre Olavide. Este sostuvo su papel en el autillo. diciendo que jamás habia perdido la fe interior, aunque fuese poco afecto a las exterioridades. La fé interior para él y sus correligionarios no era otra cosa que la Religion llamada natural, que es á la que los masones dicen atenerse. Al leerle la sentencia, cayo desmayado, diciendo: —«iYo nunca he perdido la fé, aunque lo diga el fiscal!» Este, podía haberle preguntado, como Pilatos á Cristo;----Quid est veritas? ¿Qué entiende V. por fé?

Olavide logró escaparse, y en Francia fué acogido triunfalmente. La Inquisicion reclamó su persona, el gobierno francés acordó la extradicion; pero el obispo de Rhodéz, Ilevado del ódio que todo el clero francés tenía entónces a la Inquisicion de España, le avisó con tiempo, y, cuando llegaron el alguacil y el notario del Sanfo Oficio á prenderle, ya habla escapado siete horas antes. Es de creer que el gobierno francés, casi en su totalidad masónico (1781). y el conde de Aranda, que exigió la extradicion, se burlasen del Santo Oficio, avisando previamente al Obispo para no comprometerse, y que apareciese la fuga como ocasionada por el aviso de un Obispo francés.

Poco despues Olavide regresó á Francia, tomó una parte activa en la revolucion, la Convencion le confirió cargos y honores, y compró gran cantidad de bienes nacionales. Pero no contaba con la guillotina. A vista de aquella carnicería el almibarado peruano, estremecido de horror, marchó de París á Meung; pero la Junta de seguridad de Orleans le prendió en la noche del 16 de Abril de 1794, y le trató mucho peor que el Santo Oficio, pues llegó á temer por su cabeza. En los calabozos de Orleans meditó mucho, y comprendió que los españoles no eran tan tontos como el habia creido, ni los enciclopedistas tan sabios.

Escapado á duras penas de la Inquisicion liberal de Francia, logró volver á España por mediacion del cardenal Lorenzana, en 1798, y murió en un pueblo de Andalucía, en 1803, dejando compuestas várias obritas en defensa del Catolicismo y reparacion de sus errores, entre ellas El Evangelio en triunfo, y los Poemas cristianos, que llegaron á ser populares, y muy leídos hasta el año 1834, en que se hundió toda la literatura del pasado siglo. No hay una prueba cierta de que Olavide fuese francmason en España: pero las conjeturas y los rumores que hasta nuestros días han llegado, son de tanto peso, que no le agraviará quien, por tal le tenga. Tampoco consta que la causa se le siguiera