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dríd. Confinado en Leganés, logró casarse allí con una señora opulenta, viuda de dos capitalistas. No habiendo encontrado el Perú en el Perú, lo halló en Leganés; ¡cosa rara! y gracias al Potosí de la viuda, y á sus buenas relaciones, en breve se terminó la causa, y volvió á la córte.

En ella desplegó extraordinario lujo, puso casa á la francesa, gran biblioteca y teatro casero. Títulos de Castilla, magistrados, generales, diplomáticos y altos funcionarios frecuentaban los salones del jóven americano, y asistian á las zarzuelas y óperas que el mismo traducia, arreglaba, ensayaba y dirigia. Su morada era el templo de la moda en Madrid, y para colmo de orgullo seguía correspondencia con Voltaire, que le elogiaba ¡oh felicidad suprema! llamándole regenerador de España, humo de su ligero incensario.

Nombrósele asistente de Sevilla, y se le encargó la direccion de las nuevas colonias de Sierra-Morena, donde, si bien incurrió en algunos desaciertos y ligerezas, no debo negarse que trabajo con celo y buen exito en general. En Sevilla la francmasonería y el volterianismo le debieron fantos ó más favores que en Madrid, pues el teatrillo y los ensayos eran la pantalla de reuniones algo más intencionadas. El mismo no pudo desconocer que había obrado con demasiada ligereza, y, previendo lo que iba á sucederle, se apresuró á poner en Francia casi toda su fortuna. Mas á pesar de la publicidad de sus alardes de indiferentismo religioso y volterianismo, juntamente con otras cosas misteriosas que se susurraban acerca de sus amistades y reuniones en Madrid y Sevilla, apenas se atrevia nadie á acusarle, y fué preciso que lo hiciera el mismo P. Eleta, confesor de Carlos III y obispo de Osma. Se le acusó nada menos que de sesenta y seis proposiciones heréticas, muchas de las cuales tienen verdadero sabor masónico, y acreditan que quien las profesaba no podia menos de estar afiliado en la francmasonería, atendida la indudable existencia de esta secta en España, desde fines del reinado de Felipe V. Otras proposiciones eran impertinentes ó hijas de la ignorancia de les delatores. Acusábasele de haber defendido el sistema de Copérnico. Pero lo extraño es, que habiendo varias próposiciones heréticas ciertas y que indicaban la negacion de todo culto externo y la profesion de la religión llamada natural, con todo, no se hallará un cargo concreto de masonería. No es extraño que diga Llorente que la Inquisicion no andaba muy lista en esta materia , y que el secreto masónico lograba sobreponerse á la vigilancia inquisitorial (1).

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(l) El articulo sobre la francmasonería en España, publicado en la Biblioteca de religion, y que se insertara más adelante, lo reconoce así.

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