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de la Compañía, con la resolucion del 27 de Febrero, para su general extrañamiento, por arresto personal y confiscación de temporalidades.»

Resulta, pues, que el verdadero autor de la expulsion de los Jesuitas fué el duque de Alba, y que el conde de Aranda solo fué un instrumento. Que el duque de Alba fraguó y dirigió el motín de Esquilache y lo achacó á los Jesuitas, es ya hoy dia cosa corriente y generalmente creida (1). Que los, ministros que engañaron á Cárlos III y le persuadieron aquel acto de tiranía eran enemigos de Dios y de la Iglesia, lo dijo el Papa Clemente XIII (2) y lo repitió Pio VI al cardenal Calini, que los calificó de hombres sin religion. Roda, que precedió al duque en los preparativos contra los Jesuitas, y que era ministro de Gracia y Justicia, encubria su impiedad y ódio al catolicismo bajo la máscara de un regalismo exagerado y casi protestante, y en su correspondencia secreta con el francmason Choisseul, ministro de Luis XV, se proponia nada ménos que matar la Santa Iglesia Romana, es decir, el Catolicismo (3).

Por estas señas fácilmente se vendrá en conocimiento de lo que eran aquellos honrados cortesanos, que prepararon y dirigieron el motin de Esquilache para intimidar al Rey: que impidieron se atacase a los amotinados, á quienes hubiera sido facilísimo dispersar con una sola carga de la caballería española: que culparon á los Jesuitas del motin fraguado y pagado por ellos, y que, mediante esto, lograron la expulsión de siete mil españoles, arrojados de su patria de un modo bárbaro, inicuo, tiránico é inhumano, echando para siempre un borrón feísimo en la historia de la casa de Borbon, que hoy purga ese y otros pecados.

Yo no me atreveré á decir de seguro, y afirmar como cosa cierta, que Wall, el duque de Alba, el conde de Aranda, Roda, Campomanes, Floridablanca, Aura y otros muchos de los que anduvieron en aquellas intrigas fuesen francmasones; pero creo que lo eran, y me guardaré muy bien de combatir á los que lo afirmen.

El supuesto John Trulh, en su obra reciente sobre la francmasonería, afirma y sostiene como cosa corriente, con pruebas de propios y extraños, que la masonería, «casi siempre perseguida y proscrita, sin contar con más recur-

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(1) El protestante Cristóbal Murr, en el tomo IX , pág. 222 de su Diario para la historia de la literatura, asegura que el duque de Alba en 1776, estando para morir, declaró haber sido el autor del motín y de las patrañas contra los Jesuitas: escribía esto en 1780, y apoyaba su narracion en testimonio de personas que vivían a la sazón.

(2) En su tiernisima carta á Carlos III, llamada la Tu quoque, fili mi..!

(7) Carta de Roda á Choisseul en 17 de Setiembre de 1767, publicada por CRAÉTINEAU-JOLY, en vista del original. Escribe esta horrible blasfemia: Hemos muerto. al hijo: ya no nos queda más que hacer otro tanto con la Madre,nuestra Santa Iglesia Romana.