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La francmasonería española en tiempo de Carlos III en Madrid.

Aparece ya como indudable la existencia de la francmasonería en España en el reinado de Fernando VI y en la primera mitad del siglo XVIII; y no solamente en Madrid, sino en Cádiz y probablemente en otros puertos de mar. Las razones utilitarias de cosmopolitismo, indiferencia religiosa por efecto del trato con protestantes y judíos, y de conveniencia para hallar amigos y protectores en países remotos y desconocidos, las indicaba ya el P. Torrubia, y son fáciles de creer, tratándose de lógias en puertos de mar y entre mercaderes y marinos, gente de escasas creencias religiosas, por lo comun, y de costumbres demasiado libres.

Mas al advenimiento de Cárlos III al trono do España, procediendo de Nápoles, donde reinaba la francmasonería, tomó ésta gran incremento, sobre todo en Madrid: se hizo aristocrática y cortesana, y adquirió mucha influencia política; y no porque fuese francmason Carlos III, sino porque lo eran las aristocracias nobiliaria, literaria y militar que le rodeaban.

La francmasonería era más antigua en Nápoles que en España, y la familia real estaba afiliada en ella. Piuede conjeturarse que muchos de los cortesanos que de allí vinieron con Cárlos III estarían inficionados, y quo no dejarian de reforzar las lógias de Madrid. La mayor parte de aquéllos se adhirieron bien pronto á la política del ministro Wall, conocido por su dócil adhesion á las miras del embajador Keene, y a las fementidas maquinaciones de Inglaterra, encaminadas á destruir nuestro comercio y pujante marina, tan fomentados por el católico y piadoso Ensenada.

Yo no me atreveré á decir que los individuos apandillados por Wall y afiliados á la faccion británica perteneciesen todos a la francmasonería; pero las malas ideas religiosas y peores mañas de aquel ministro, la impiedad de una parte, no pequeña de la grandeza y de los literatos y abogados do la corte, el indiferentismo de una porción de generales y oficiales del ejército, y la molicie y cínica inmoralidad en que vivían muchos americanos ricos y opulentos establecidos en Madrid, dan motivo á vehementes sospechas para creer que Wall y su británica pandilla fomentaron la masonería en España.¿Cómo, en medio do la piadosa córte de