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canónico de una Universidad de Alemania, despues de haber abusado de una cuñada suya, viuda, víctima del desprecio que le trajo su lascivia, se decidió á vengarse de la sociedad, corrompiéndola á pretexto de mejorarla.

Por lo que hace á los Alumbrados de Extremadura, da noticias de su secta el P. Fr. Alonso Fernandez, en sus Anales de Plasencia, pág. 253 y 254, y á su texto se refieren casi todos los historiadores que hablan acerca de ellos:

«En tiempo del obispo Fr. Martin de Córdoba; se levantó una gente en Extremadura, en la ciudad de Llerena y pueblos comarcanos, que, engañada de las leyes bestiales dela carne y nueva luz que fingian, persuadian á los simples ignorantes ser el verdadero espíritu el errado con que querian alumbrar las almas de sus secuaces. Por esto se llamaron Alumbrados, y venian á parar sus leyesen obedecer al imperio de la carne. Con mortificaciones, ayunos y disciplinas fingidas, comenzaron á sembrar su maldad, que es arte nueva sacar de las virtudes veneno... Fueron los capitanes de este engaño ocho clérigos, que el principal do ellos se llamaba Hernando Alvarez, y el segundo el P. Chamizo. Olvidados de la suerte de su estado, fueron causa de la perdicion de mucha gente moza y ociosa. que aplicó el oido a este desórden. Vinoso á descubrir un dia que, predicando el Mtro. Fr. Alonso do la Fuente, natural de aquella ciudad y calificador del Santo Oficio, dijo que tenía relacion do ciertas gentes, cuyas vidas eran, al parecer, religiosas no lo siendo, pues el verdadero espíritu no permitia las libertades y anchuras que ellos concedían á sus discípulos, autorizando á lo que haída sido causa de la perdicion de Alemania, de la ruina de Flandes, de Francia y de Inglaterra. A éstas añadió otras razones llenas de espíritu, hablando á las almas de los oyentes, y desengañando á los que estuviesen tocados desta yerba.»

«No pudo sufrir una mujer que lo oia, y estaba tocada deste veneno, las razones y consejos que el docto predicador proponia ; y levantándose en medio del auditorio (¡desatino grande!), dixo hablando con el predicador:-Padre, mejor vida es la destos, y más sana doctrina. que la vuestra. Fué presa luego por el Santo Oficio, y examinada, se conoció ser tanto el daño, que si con brevedad no se atajara, no tuviera fácil remedio, por los muchos a quien tocaba. Pasaron los delincuentes de un gran número entre mujeres y hombres. Hizo en los principios la Inquisicion su oficio, y viendo ser el caso gravísimo y que pedia diligencia mayor que la ordinaria, pusieron los ojos el Rey Católico, y el Consejo Supremo de Inquisicion en el obispo de Salamanca, don Francisco de Soto, inquisidor que había sido de las inquisiciones de Córdoba, Sevilla y Toledo.»