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mente, entre los dos coros de la catedral. Despues de un año de reclusion en el castillo de Triana, salió en libertad, fué á Valladolid, donde trató secretamente con Cazalla y con les protestantes, y vuelto á Sevilla, murió en 1556 tan hereje como habia vivido, aunque más hipócrita y solapado.

Continuó la propaganda en Sevilla su compañero Constantino Ponce de la Fuente, canónigo magistral de aquella iglesia, gran orador, y que tambien había acompañado al Emperador á Alemania, siendo capellan de honor y predicador suyo. Constantino predicaba muy bien; pero era de esos predicadores á quienes se oye como á un músico, pues agradan, mas no enseñan ni mueven, porque su vida y sus costumbres no corresponden á sus palabras y sermones. Era hombre muy sensual y de vida regalada, y aun se dijo por entónces que adolecía de aficion á placeres demasiado sordidos. Díjose tambien que se habia casado con dos mujeres, y con la segunda cuando aún vivia la primera. Illescas, autor coetáneo y respetable, lo afirma; Cipriano de Valera lo niega; pero el testimonio de éste, como de parte interesada, es de poco peso. El afan de todos los curas y frailes renegados era entonces, como ahora, el casarse. Por algo Erasmo decia que la comedia protestante acababa, como todos los sainetes, por casarse los frailes que hablaban de reforma. Desde Lutero y Ochino hasta Talleyrand, y nuestro compatriota White (o Blanco) y los apóstatas de Sevilla y los actuales ex-padres, que cínicamente embadurnan con sus nombres las esquinas de Madrid, la farsa siempre ha sido la misma, cuando se trata de curas y frailes renegados: cuestiones de mozas y pesetas. Extraño hubiera sido, por tanto, que al sensual Constantino le faltase la consabida presbítera

Para desorientar á los inquisidores, aparentó deseos de entrar Jesuita; pero habiéndose hallado casualmente sus papeles en casa de una luterana, llamada Isabel Martinez, se encontró con ellos un depósito de libros protestantes. Los papeles de Constantino eran rabiosamente luteranos, y no podía negarlos, pues estaban escritos de su puño y letra. Del purgatorio decia que era una cabeza de lobo inventada por los frailes para tener que comer. Su vocacion á la Compañía de Jesus se ve que era tan sincera como toda su conducta. Descubierto y preso en el Santo Oficio, se suicidó. Los protestantes propalaron que los inquisidores le habían matado, y otros que habla muerto de resultas de la humedad y fetidez del calabozo.Todo esto de los calabozos del Santo Oficio es pura invencion; pues al ser reconocidos los edificios de la Inquisicion en 1808, se halló que no los tenian, y que los sótanos no se habitaban. Los protestantes refieren hasta las palabras que decía en su calabozo.¿Por dónde las supieron? ¿Se las iban á referir los familiares del Santo Oficio? EI bri-