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zobispo D. Alonso de Aragon, hijo de D. Fernando el Católico. para apaciguar el tumulto y contener al pueblo, al verdadero pueblo, que odiaba á los judíos y sus descendientes, á pesar de los entronques aristocráticos de los La-Caballerías, y los muchos dineros de los Santangeles.

Resulta, pues, que los judios eran aborrecidos, no solamente en Castilla y Andalucía durante el siglo xv, sino también en Aragon, Navarra, Portugal, y aun entre los musulmanes de Granada. ¿Qué habia en ellos que los hiciese tan altamente odiosos en todas partes, cual no lo fueran en los siglos anteriores? ¿Tendrán derecho los idólatras de la soberanía nacional á clamar contra los Reyes Católicos por haberlos desterrado de España?

En 1460 los grandes de Castilla habian exigido á D. Enrique, el Impotente, que expulsase á los judíos, no sólo de su Consejo, sino de sus Estados. Vémoslos apoderados de los tribunales y de los cargos públicos en Aragon y Castilla, dueños, por tanto, de la administracion de justicia y de la administrador' económica, encubriendo los crímenes de sus correligionarios y aumentando sus fortunas á, expensas del pueblo y del tesoro. Si aquello no era una francmasonería, por lo menos la preludiaba primorosamente.

Todavía siguieron enseñoreados de la Chancillería y del Consejo despues de subir, al trono los Reyes Católicos. D. Fernando, siempre escaso de dimero, se mostraba complaciente con quien lo proporcionaba.Menos sufrida y más católica, doña Isabel no transigía nunca en materias de decoro y de justicia. No solamente echó á vários oidores de la Chancillería de Valladolid, sino que también expurgó el Consejo. El Diario ó Cronicon, poco limpio, pero muy curioso, de don Pedro de Torres, Rector del Colegio viejo de Salamanca, dice:—«1498. In ménse februario echó la Reina del Consejo á cuatro o cinco letrados, ínter quos doctor Talavera, doctor de Huesca, Alonso del Mármol de Madrid, y á Chacon, Contador mayor »

Créese que fueron echados por conversos y fautores de los judíos sus parientes. Sabido es que los Talaveras se vieron perseguidos pocos años despues como judaizantes, alcanzando la persecucion al mismo venerable D. Fr. Hernando de Talavera dignísimo Arzobispo de Granada, sin que sus eminentes virtudes le preservaran a él y á sus hermanas de las iras y venganzas de Lucero, oprobio de la Inquisieron de Córdoba y del cristianismo.

La cita del Rector Colegio de San Bartolome de Salamanca recuerda otro suceso notable contemporáneo. Tambien se hallaba invadido por hijos y descendientes de judíos ese célebre Colegio, que el arzobispo Anaya Maldonado fundára en aquella Universidad, dándole por divisa: In aug-