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tas hubo algunas ejecuciones, siendo las más notables la del librero Miyar, en Madrid, y la de doña María Pineda, en Granada.

La conspiradon en que estaba comprometido el desgraciado D. Antonio Miyar es indudable , y en ella tomaban parte el Sr. Olózaga, Marcoartú y otros muchos que hoy viven y han alegado y alegan como mérito la que en ella tuvieron. Sabido es que el Sr. D. Salustíano de Olózaga logró á duras penas escapar de la cárcel disfrazado de voluntario realista.

Por lo que hace á la Pineda, es igualmente sabido que se le encontró una bandera de seda verde que estaba bordando para los liberales lo cual, unido á su exaltacion de ideas revolucionarias, bien conocida en Granada, hizo que se la condujera al patíbulo, el dia 26 de Mayo de 1831 ; acto de barbarie, del cual hay que culpar tanto al que dió el decreto como al que le cumplió. Pero á bien que en estos últimos años, y en pleno gobierno liberal, nos hemos curado de espanto en tales materias. Por otra parte, comparando el procedimiento y suplicio de doña María Pineda con el de la madre de D. Ramon Cabrera, la historia en lo venidero execrará aún más la muerte de ésta que la de aquélla, y pondrá al general Nogueras muy por bajo del magistrado Pedrosa.

Terminóse el año como habia principiado. Torrijos sostenía relaciones desde Gibraltar con los revolucionarios del litoral de Andalucía. Dícese que el comandante general de Málaga, D. Vicente Gonzalez Moreno, hizo que un coronel, huido de Andalucía, alucinase á Torrijos con fingidas adhesiones del paisanaje, ganado por las sociedades secretas y de la tropa que guarnecia á Málaga y otros puntos de la costa. Torrijos, cansado de un año de espectativa,y estimulado por los jefes de las empresas, veíase en esa situacion crítica en que se hallan todos los que conspiran en el extranjero descubiertamente, y tienen que hacer actos de temeridad, y casi de locura, á fin de no pasar por cobardes, ó quizá por ladrones de fondos y traidores.

Con cincuenta y dos compañeros salió de Gibraltar: casi todos eran jefes, y entre ellos se contaban D. Juan Lopez Pinto, teniente coronel de artillería y jefe político que había sido de Calatayud en 1823; D. Francisco Fernandez Golfín, D. Manuel Flores Calderon, Roberto Boyel, oficial inglés, D. Manuel Real, hijo del general de este apellido, D. Ramon Ibañez, piloto y oficial de la milicia de Valencia, D. Francisco Arcas, capitan de un buque mercante, y otras várias personas distinguidas. Todos ellos fueron fusilados en Málaga el dia 11 de Diciembre de 1831.

Siempre que se habla de este suceso, es de rigor malde-