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impiedad y malas costumbres, y papeles que le comprometian. El ministro de la Guerra propuso al Rey la absolucion del general San Juan y la desaprobacion de lo actuado por el gobernador y por el coronel de Saboya .

Por este suceso puede calcularse el estado del ejército en aquel tiempo, y lo que en él trabajaban las sociedades secretas del uno y del otro bando, pero más especialmente los liberales.

1830.—A la caida de los Borbones, Fernando VII se negó á reconocer el gobierno de Luis Felipe. Ni el parentesco, ni la gratitud, ni el decoro, le permitian obrar de otro modo. Luis Felipe acudió á la política inmoral que se usa en tales casos, estimulando á todos los descontentos de los países que no le reconocian, y atizando en ellos el fuego de la revolucion. El banquero Laffitte llamó á los emigrados españoles y les ofreció recursos y proteccion. Bajo sus auspicios se formó en Perpiñan una junta, al frente de la cual se puso Calatrava, que ya entonces tenia alta importancia masónica. Mina reunió en Bayona toda la gente de accion; pero Calomarde sabía cuanto pasaba. Tengo en mi poder la carta original en que un espía doble le daba cuenta de aquellos manejos. Al mismo tiempo Torrijos trabajaba desde Gibraltar por sublevar el litoral de Andalucía. El ejército estaba ya entónces tan corrompido y ganado por las sociedades secretas, que, á no estar de por medio los voluntarios realistas, Fernando VII hubiera ido bien pronto á reunirse con sus parientes de Francia. El mismo conde de España lo denunciaba así á Calomarde en carta de que tengo copia, donde le exhorta á desconfiar de todos los ayacuchos o militares procedentes del Perú, de los cuales dice qué habían traido de allí mucho dinero, pero poca honra. Espartero y Maroto estaban comprendidos en este número.

Los resultados de la conspiracion no tardaron en dejarse sentir. El dia 13 de Octubre entró Valdés por Urdax con setecientos hombres, y poco despues Mina con otros tantos, y se apoderó de Vera, donde se le unieron otros jefes ;pero la gente del pueblo huía de ellos. Por La Junquera entraron unos cuatrocientos hombres mandados por Milans y Brunet, á los cuales siguió el general San Miguel. En Aragon penetraron otros cuatrocientos, acaudillados por Garrea. En Orense tambien se sublevó un tal. Antonio Rodriguez (a) Bordas, con unos setenta hombres, y en Andalucía hubie-