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ciedad, juro dejarme cortar la mano derecha, la cabeza, morir de hambre ó entre los tormentos más atroces ; y ruego al Señor Omnipotente me condene á las penas eternas del infierno, antes que hacer traicion á ninguno de los grandes Padres y hermanos de la católica apostólica Sociedad, en la que desde este momento me inscribo ; é igualmente caigan sobre mí los dichos castigos y penas si no observase en adelante nuestras leyes, ó no socorriese á mis hermanos. Juro mantenerme firme en defender la santa causa que he abrazado, y no transigir con ningun individuo que pertenezca á la infame sociedad de los liberales, cualquiera que sea su nacimiento, parentela ó fortuna : juro no perdonar ni á éstos ni á sus hijos, y derramar su sangre siempre que la suerte ó la fuerza los ponga en mis manos. Juro, por último, ódio implacable á todos los enemigos de nuestra santa Religión católica romana , única y verdadera.»

Aquí en España llamaban, hacia el año 1828, Feotas á los que el novelista Didier y sus traductores llamaban Sanfedistas. El objeto de los sectarios en la creacion de estos hypogryphos era acumular á los católicos y realistas el maquinar una conspiracion para apoderarse de toda la influencia europea. Al frente de la conspiracion suponian que estaba el Papa con algunos Cardenales y muchos Obispos. Daban nombres y señas corno si los estuvieran viendo, y cual describia D. Quijote los ejércitos de Alifanfarron, señor de la isla Trapobana. y del Rey de los Garamantas Pentapolin del arremangado brazo. Y tanto y tanto lo dijeron, que hubo por entónces Sancho-Panzas, que llegaron á tomar por Feotas y Sanfedistas á las manadas de inofensivos carneros. Los catalanes mismos, que se sublevaron contra Fernando VII, estaban en la idea de que el Papa promovia y bendecia la insurreccion, y los coletillas franceses les ofrecian que en breve irian á socorrerlos el temido Micolembo, gran duque de Quirocia y Brandabarbarán de Boliche.

En otra novela francesa, publicada por entónces, titulada Los Incendiarios, se supone qué la aristocracia francesa, hacia el año 1826, se dedicaba á quemar varias fincas, para recobrar el poder por medio del terror. Aquella novela francesa era gemela de la italiana de Los Carbonarios.