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dida en el acto de la iniciacion de un adepto, y los siete presos, conducidos á la cárcel pública con sus mandiles y demás distintivos. A no haber sido por esto, es más que probable que hubieran sido absueltos ó sufrido ligeras condenas, pues en Madrid y en Granada la francmasonería hizo esfuerzos inmensos por salvar á aquellos siete desgraciados. Dinero, amenazas, sobornos, recomendaciones y regalos á todas las queridas de los ministros y consejeros de Castilla, influencias diplomáticas y ofertas á la camarilla palaciega, todo se puso en juego, pero inútilmente. El abogado Flores, que los defendió, y algunos de los oidores, que llegaron á dejarse ganar, decian que se hubiera logrado salvarles la vida á no habérselos cogido in fraganti, puestos los fementidos mandiles, con los cuales Pedrosa hizo se les viera públicamente en Granada. Así que fueron ahorcados, á pesar de todos los empeños por salvarlos.

Mejor libró el marqués de Cabriñana, que, sorprendido también en Granada, con otros vários francmasones, en Junio de 1827, trató de suicidarse. Condenados á muerte por Pedrosa, el Rey los indultó . Pero las autoridades partidarias del justo medio y de los ministros Ofalia y Cea, quedaron ya desde entónces bastante quebrantadas, y en vez de sorprender las lógica que se les delataban, avisaban á los francmasones que procediesen con más cautela; y si las denuncias se repetían, llevaban su amabilidad hasta el punto de avisarles préviamente que iban á prenderlos. Así sucedió en Madrid, donde fué público el caso de haber avisado un alcalde de casa y córte, quizá más elevado personaje, á los individuos de una lógia denunciada y que se habia mandado sorprender. Los francmasones en tales casos son muy agradecidos, porque al fin la gratitud es virtud muy recomendable y se compara... al oro.

Cuando á Sarsfield se le dió aviso de la de Tarragona, de que arriba se habló, excusóse de sorprenderla, alegando que se adelantaría poco con prender á los masones, porque luégo vendria órden de Madrid para que no se procediera con rigor. Estaba ya en el puerto á pocos pasos de ella, cuando se volvió atrás pensativo.

En Barcelona la francmasonería continuó reuniéndose al abrigo de la guarnicion francesa, y simpatizaba con las tropas de los decantados cien mil hijos de San Luis que guarnecían la ciudad condal. El amable vizconde Reiset,