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Con todo, volvió á Alcañiz: preparó su gente, y se entendió con los realistas más exaltados de Aragon, y sus antiguos compañeros de armas. Quiso contar con D. Blas Fournel. Este vaciló : hay quien dice que vendió el secreto. Los liberales añaden que el general Grimarest, que mandaba en Aragon, estaba en ello. Aun no habia terminado el año 1824, cuando Capape dió el grito de ¡viva Fernando VII y la Religion! En pocos dias reunió más de quinientos hombres. Púdole echar mano Puértolas, coronel navarro, que mandaba en Teruel. Dícese tambien que le cogieron dos cartas firmadas por D. Cárlos, y despachos á nombre de éste, si autógrafas, fingidas, ó arrancadas por engaño las firmas del infante, Dios lo sabe. Díjose que le habían engañado los liberales, fingiendo la conspiraron y falsificando las cartas. Capape no era tonto, y se necesita serlo para suponer que esas cartas eran de orígen liberal y más tonto aun para creerlo. El pobre Capape fue conducido al castillo de las Peñas de San Pedro. Créese que allí le mataron secretamente: nunca se ha podido averiguar su tragico fin. Su pobre mujer, la señora Pepa Garzon (a) la Morena, fue á Chinchilla y pueblos inmediatos : preguntó á vários clérigos: y nada pudo averiguar. Quiso penetrar en el castillo, y nada logró. Murió en Alcañiz, atacada del cólera-morbo, el año de 1834 (1), sin saber de cierto si era viuda. Entre los realistas corrió la voz de que habia sido desterrado á Puerto-Rico, y que allí había muerto: pero se creyó esto un ardid para encubrir su ajusticiamiento en el citado castillo. Algunos de los guerrilleros, complicados con él, fueron destinados á los presidios de Cartagena y otros puntos (2).


2ª sublevación realista, por el ex-republicano Bessieres en 1825.


Bessiéres era como los condottieri de la Edad Media: servía al que le pagaba. Había sido liberal rabioso, conspirador republicano, francmason y comunero. Todos los de sus ideas habían principiado por entrar en las cavernas de Adoniram para subir á las torres de Padilla: muchos de ellos, al bajar de las torres, se habian guarecido en las chozas de los carbonarios.

El ardor de los neófitos siempre ha sido comprometedor:

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(1) Le auxilió en su última enfermedad mi amigo D. Gaspar Bono Serrano, capellan de honor, natural de Alcaniz, que conoció personalmente al Royo.

(2) Alguno de ellos anciano, y que aun vive me ha revelado mas noticias, de quo no puedo hacer uso. El Sr. B.., autor de la vida de Fernando VII, da muy escaos pormenores acerca de esta primera sublevación realista, de la que tambien se dieron pocos datos en nuestra primera edicion.