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»Te diré, sin embargo. que en los designios y complots de las sociedades monárquicas no tuvieron participacion alguna los Jesuitas; te lo juro.»

Creo también por mi parte que los Jesuitas no se mezclaron en aquellos complots. No suena el nombre de ellos entre los indivíduos de las juntas. Además, hacia poco que habían regresado á España, y sus fundaciones eran escasas. Que más adelante tuvieran parte en los sucesos de la Granja, es muy dudoso. Los escritores liberales atribuyen á los Jesuitas en gran parte el testamento de FernandoVII desheredando á su hija, y citan los nombres de los que entónces estaban en la Granja al lado de las personas reales. Por mi parte, no les atribuyo esa influencia.

Mas el Sr. Riera y Comas, que vindica á los Jesuitas de haber formado parte de la sociedad del Angel Exterminador. ¿por qué pone luego en su novela á un Jesuita por jefe de la Contramina, fomentando así las preocupaciones que contra ellos existen?¿Y no es la misma Contramina un remedo de esas sociedades que vitupera?

Para oír á todos sobre esta materia no quiero omitir lo que acerca de ella dice el autor de la Historia la vida y reinado de FernandoVII siempre, parcial y sospechoso.

«La Junta Apostólica que, como dijimos en otra parte: tenía su cabeza en Roma , habia extendido par España sus misteriosas sociedades secretas, con el título del Angel Exterminador otras denominaciones; cuyas sociedades, concretándose en los pasados años á los jefes del realismo, derramábanse ahora par toda la monarquía, inscribiendo en su libro negro de los voluntarios realistas de más subido temple. Dirigidas por el ex-regente obispo de Osma, que presidía entonces el centro madrileño, y en algunas provincias por Prelados diocesanos, dignidades eclesiásticas o generales de la fé sostenidas por la fuerza de los proletarios, por los numerosos convenios de frailes. convertidos en otros tantos pinitos de reunion, y contando con el apoyo del ejército faccioso, no disuelto todavía, eran un poder formidable que amenazaba al mismo Monarca si rehusaba sus designios. Sus creadores habíanse propuesto sustituir á la influencia popular de los gobiernos representativos , un influjo tambien democrático pero subordinado á la voluntad del clero, que tenia sus riendas, y con esta soberanía de hecho, con-