Página:Historia de las sociedades secretas, antiguas y modernas en España y especialmente de la Francmasonería - Tomo I.pdf/322

Esta página no ha sido corregida

despues, abundando en las mismas ideas, expresando en un manifiesto que era imposible gobernar con la Constitución de Cádiz, que el Rey debía volver á Madrid en completa libertad, nombrar un ministerio que no fuese de partido alguno, convocar nuevas Córtes, y que entre tanto los franceses volvieran á su país por donde habian venido. De éste modo queria La Bisbal borrar en los montes y asperezas de Somosierra lo que habia hecho en los llanos de Ocaña.

Publicadas las cartas de los dos inolvidables condes, produjeron el efecto que era de esperar, mediando dos personajes tan hidalgos como consecuentes. Los realistas se rieron de ellos, los liberales se indignaron. Los militares que á las órdenes de La Bisbal debian defender contra los franceses los pasos de Guadarrama y Somosierra, principiaron á vacilar, y los soldados á marcharse á sus casas. Los oficiales comuneros, resentidos contra La Bisbal, á vista de aquella nueva defeccion, concitaron los ánimos contra él, de tal modo, que hubo de esconderse, entregando á toda prisa el mando al marqués de Castelldosrius. Este fin tuvo la pretendida transaccion de los dos condes masones, que pudiera llamarse pastelada, si esta palabra grotesca no hubiera do parecer demasiado baja á los que rehuyen toda calificacion demasiado vulgar, dura y prosáica.

Por su parte, la Regencia de Bayona, luégo que se vio instalada en España, se olvidó tambien de todas las transacciones y modificaciones constitucionales ofrecidas al gobierno francés, y M. Villele quedó no poco sorprendido al ver que dicha junta, protegida por él contra la Regencia de Urgel, era nula reaccionaria que ésta, y que el más templado de todos los realistas era el barón de Eroles, que había sido de la Regencia de Urgel, aunque no siempre do acuerdo con Matafloria.

Castelldosrius hubo de abandonar sus posiciones y retirarse á Extremadurá. Angulema, al llegar á Alcobendas el dia 23 de Mayo, destituyó la Regencia de Eguía, nombrando otra nueva; en que entraban los duques del Infantado y de Montemar, el baron de Eroles, el obispo de Osma y D. Antonio Gomez Calderon. La grandeza representó al principe francés en el sentido de La Bisbal y Montijo; pero al punto apareció otra exposicion en sentido contrario, firmada por multitud de generales, títulos de Castilla, dignatarios eclesiásticos y civiles, y no pocos propietarios, combatiendo energicamente á la primera, y calificándola casi por lo claro como parto de la francmasonería. «Por desgracia han renacido y se han generalizado las sospechas de que la faccion impía y enemiga de la legitimidad pueda alcanzar sobre los bordes de su inexistencia un termino medio para que la dé vida, y que perpetúe en el seno de la religiosa y fiel España