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D. Juan García Pumariño. Embarcóseles en el quechemarin sevillano el Santo Cristo, y así que entraron á bordo, se los ató de dos en dos fuertemente amarrados, y, dejándolos casi desnudos, se los bajó á la escotilla. Allí estuvieron hasta el dia 23 por la tarde, en que el barco se hizo á la vela, suponiendo que iba á Vigo á fin de que allí estuvieran los presos más seguros: reforzado el buque con tropa á las órdenes de un ayudante de Mendez Vigo, que se prestó á servir de verdugo, avanzó á tres leguas dentro del mar. Subidos los reos á la cubierta, viendo uno de ellos que se les iba echando al mar á bayonetazos, se arrojó sobre el ayudante, que no lo habria pasado bien si el preso hubiese estado sin ligaduras. Los soldados pusieron fin á aquella escena de caníbales, echando al mar llenos de heridas á todos los cincuenta y un presos; y los marineros, desde un bote, remataron á los que sobrenadaban, rompiendo sus cráneos con los remos. El mar se encargó de patentizar el horrible crimen arrojando á la orilla en los días siguientes los cadáveres mutilados, llenos de heridas, con las manos cortadas y los cráneos destrozados, causando indecible horror en los sitiadores y no menos exasperacion en los pueblos de la costa (1).

Mendez Vigo, al dirigir sus denuestos al marqués de Miraflores por las pocas y suavísimas palabras con que habló de aquel horrible crimen, ni áun cuidó de atenuarlo. ¿Y cómo, si él casi elogiaba el asesinato de Vinuesa, y creia que las brutalidades de los comuneros hubieran podido salvar al liberalismo en España, á pesar del ejército invasor (2)?

Quizá el gobernador de la Coruña pecó por debilidad, pues en la poblacion era público que los masones y comuneros le exigieron la perpetracion de aquel crimen, como un medio de comprometerle más en la defensa y de tomar en sus enemigos una última y ruin venganza. Pero Mendez Vigo no podia lavarse las manos como Pilatos, pues al fin éste trató de salvar á su víctima, y él no.

Perecieron entre las de la Coruña D.Domingo Baso y Mozo, complicado en la disparatada conspiracion palaciega para la evasion del Rey, como tambien los indivíduos de la


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(1) Fueron ajusticiados en la Coruña por estos asesinatos D. José Rodriguez D. Antonio Frade, ayudantes de plaza, Antonio Fernandez, Damián Borbon, su hijo Bernardo, José Lizaso, zapatero, José Perez Torices, piloto, Antonio Vallejo y José Morales, Torices, Frade y Lizaso se suicidaron.

(2) «El pueblo, que comparaba los misterios ridículos de los masones con la publicidad y la bandera nacional de los comuneros…. iba formando decididamente su opinion, y si la revolucion hubiera durado un año más, los comuneros, batidos en 1823 en todas partes hubieran obtenido un triunfo completo y hubieran tal vez salvado la patria. (Miraflores, tomo II de documentos, pág. 357.)

El autor más adelante (pág. 364) hace profesion de republicano federal, combatiendo el Estatuto Real. Niega que Riego fuese republicano (pág. 350), diciendo que Feliu llevó hasta la infamia las difamaciones de republicanismo y áun acusa al mismo Riego de haber hecho un papel indeciso y equívoco (pág. 351).