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Contrastaba ésta conducta con la de los facciosos, los cuales, habiéndose apoderado del Mariscal de campo Feliu, que pasaba a la Coruña de director de las fortificaciones, con dos hijas y un hijo, escolta de caballeria y rico equipaje, fué puesto por ellos en libertad incondicionalmente, diciendole:—«Facciosos somos, pero tan honrados y generosos como V. ve (1).» Entregáronle además todo su equipaje.

Quiroga, secundado por sus secuaces, y á pesar de los favores recibidos de Morillo, le difamó entre los liberales, acusándole de traidor. Sentido de esta ingratitud, el conde de Cartagena le escribió una carta, echándole en cara su inconsecuencia y mal comportamiento (2):

«He visto atacada la Constitucion, le dice Morillo, en los fundamentos que la sostienen, no puedo reconocer un acto que detestan los pueblos y la tropa. Tú has sido testigo de la opinion que generalmente han emitido las diferentes personas, que he reunido para proceder con acierto en asunto tan delicado. Tú mismo, conviniendo en los principios que los dirigieron, y dudando unicamente de la autenticidad del papel, que ha servido á todos para persuadirse del hecho, y de las noticias que por separado lo confirmaban, sólo reconociste la Regencia condicionalmente. Convencido de todo te has decidido á poner en seguridad tu persona (3), y me pediste con este objeto auxilios que te facilité gustosamente... ¿Qué es, pues, lo que esperas? ¿Cometerás la bajeza de ser tú el traidor á las promesas que has hecho voluntariamente de tu salida, sin que yo las exigiese de tí...? Créeme, Quiroga: tus impotentes esfuerzos sólo producirán conmociones populares; obligarán á éstos á que para remedio de sus males invoquen el auxilio del ejercito invasor... Decídete, pues, á separar de tu lado á los que te aconsejan tan imprudentemente...» Así se expresaba el sensato conde de Cartagena; pero Quiroga, en su escaso talento, y dominado por los comuneros de la Coruña, trató sólo de resistirse allí inútilmente, no para dejar bien puesto el pabellon, que esto fuera decoroso, sino por aparentar

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(1) Oración fúnebre por el citado Sr. Denis, pág. 41 y nota 14.

(2) Esta terrible carta puede verse íntegra en el tomo II de documentos para los Apuntes histórico-críticos, por el señor marqués de Miraflores, pág. 302, número XXIII

(3) Esto ya lo supo hacer. Entre los papeles de aquella epoca tengo á la vista una sátira breve, pero muy fina, titulada la Economía prodigiosa del general Quiroga, en que no queda muy bien parada su reputacion. Quiroga pidió permiso á las Córtes para perseguir al capitan retirado D. Marcos Nuñez Abreu, supuesto autor de la sátira; puede verse en el apéndice. Abreu era coronel cuando Quiroga aún no lo era.

Hay tambien otro papel del coronel D. Tomás Rosales, á quien insultó y desafio Quiroga en el ayuntamiento de Sevilla, y á quien después el retado echó en cara su insolencia, por medio de un papel impreso en casa de la viuda de Lopez, á 8 de Febrero de 1821, recordándole su reto, al cual no se sabe que contestara entonces el general Quiroga.