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nacional, para ocupar más de veinte mil hombres en la escolta del gobierno, y para dejar expedito el paso á los enemigos.

»Las Córtes, cuya mayoría había ya tomado parte en el Grande Oriente, convinieron en todo lo que propuso e lministerio; é hicieron más: quebrantaron su reglamento interior para prolongar la permanencia de los San Migueles en sus puestos, cuyo fin estaba circunscrito á la lectura de sus respectivas memorias en el Congreso. Esta lectura debía verificarse, segun lo dispuesto en el reglamento, á los tres días siguientes al de la apertura de las Córtes: pero éstas, abusando de su autoridad y de su poder, acordaron que las memorias de los ministros no se leyesen hasta que el Congreso se instalase en Sevilla.

»En esta ocasion fué cuando el eminente patriota Romero Alpuente publicó un papel que tituló Sobre la probable disolucion del Estado, en el cual probó que los tres poderes conspiraban de hecho contra la libertad; pero sus clamores fueron inútiles: estaban ya lodados (1) con la cera de Ulises los oidos de los españoles, y desoyeron este grito de uno do los mejores patricios, así como desoyeron tambien los que dimos en El Zurriago, despreciando la muerte y los peligros que por todas partes nos amenazaban de cerca.»

Suspendamos aquí un momento la reproduccion del curioso manuscrito zurriaguista, para observar rápidamente lo que haya de verdad en esto, fundándolo, no en dichos de un escritor famélico y fanático, sino sobre documentos y testimonios de personas más graves.

Hemos visto que el fiscal militar Paredes, comunero apoyado por la Asamblea, había pedido la prision de todos los ministros anteriores y de várias autoridades militares, logrando la de Morillo, San Martin y otros francmasones, y que San Miguel y sus compañeros nada dejaban que desear en materia de exaltacion y violencia.

Los comuneros dijeron además que todo iba muy bien, pues el gobierno merecia su confianza, y por modestia no añadieron que principiaba á colocar comuneros. Era ministro de Estado D. Evaristo San Miguel, á quien Dios no llamaba por el camino de la diplomacia, y que, segun malas lenguas, habia estado para fusilar á Riego. Un tal Gasco, abogado de un pueblo inmediato á Madrid, y muy conocido en su lugar, era ministro de la Desgobernacion del reino; Benicio Navarro, muy conocido entre los pescadores y barqueros del Grao de Valencia, donde vivia su familia demasiado modestamente, se encargó de la Gracia y de la Justicia, y de la

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(1) Lodar no es palabra corriente ni admitida. Se usa en Salamanca y otros puntos de Castilla la Vieja, en vez de tapiar con piedra y barro algun portillo