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dolid, mientras su padre las convocaba en Toledo. Castilla la Vieja, Leon, Galicia y Astúrias concurrieron á Valladolid; Castilla la Nueva y Andalucía seguian á D. Alfonso, aunque con alguna vacilacion, que no suele ser grande el fervor de los adoradores del sol poniente. D. Alfonso se retiró á Sevilla á llorar con sus cantigas dolientes, y pudo vivir tranquilo en la ciudad que no quiso dejarle, y que ha tenido el buen sentido de no querer entregar los huesos del Monarca, para que anduvieran por los suelos del estrafalario almacen arqueológico apellidado Panteon nacional.

Triunfó el hijo pravo y rebelde, pero á su vez triunfaron de él los cómplices de su crimen, le abrumaron con sus exigencias, y más de una vez hubo de sacar la espada para hacerse respetar por la fuerza, ya que no podia por la justicia. No es de este momento la relación de esos pronunciamientos con honra, que describe nuestra historia, aunque no por entero, ni tampoco cumple á nuestro propósito descender á tales pormenores. Baste decir que en las mismas Córtes de Valladolid de 1282 los señores de Leon y Castilla hicieron una hermandad ó alianza ofensiva y defensiva, los Obispos y Prelados eclesiásticos hicieron otra para defenderse contra el Rey, los magnates y los concejos, y á su vez los procuradores de los concejos, se aliaron entre si contra los otros tres poderes.

De la hermandad hecha por los grandes nos habla la historia : la de los Prelados es ménos conocida, pero más curiosa. Firman y sellan el documento los obispos de Astorga, Zamora, Mondoñedo y Badajoz, los abades de Sahagun, Celanova, Osera, San Martín de Santiago, Valparaiso, Sobrado y otros, convocados en Córtes por D. Sancho, y acuerdan darse mútuo auxilio, consejo y favor para mirar por sus libertades y privilegios, y de todos los demás que se les adhiriesen, y al efecto reunirse cada dos años en el domingo tercero despues de Pascua de Resurreccion.

A los concejos hubo de concederles el Monarca rebelde cuanto quisieron pedirle, deshaciendo lo que con gran maestría y alta política habia organizado el sábio monarca San Fernando, quitando abusivos privilegios y vigorizando el poder real. Todos estos actos de San Fernando, continuados por D. Alfonso el Sábio, eran denunciados como agravios y contrafueros,y D. Sancho se veía precisado á renovar aquellas abusivas franquicias, que las necesidades y apuros del

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