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racion de Comuneros para espiarlos y procurar su ruina. Era entónces jefe político de Madrid y comendador de la suprema Asamblea de los comuneros: el Grande Oriente le llamó á su seno. Allí le ofrecieron los ministros la faja de mariscal de campo; y alucinada su alma baja con este oropel, ofreció cumplir cuantas órdenes se le diesen. De sus resultas el mismo Palarea y otros diez individuos de la Asamblea, que por sus sugestiones tomaron tambien parte en el Grande Oriente, se separaron de los comuneros, acusaron de republicanos y anarquistas á los más distinguidos patriotas, quisieron formar otra comunería, expidieron reglamentos para ella, usaron, en fin, cuantas supercherías, iniquidades é infamias pudieron pensar unos hombres resueltos á no hacer caso de la honra, á cambio de medrar para destruir la asociacion. No lo consiguieron, porque las merindades á que pertenecian estos procuradores traidores y perjuros que se unieron á Palarea, nombraron inmediatamente otros procuradores patriotas para que los reemplazáran; pero en el tiempo que medió hasta que vinieron á la Asamblea los nuevos elegidos... mientras la Asamblea se ocupó en discernir las calumnias é imputaciones de estos traidores... hasta que se desengañaron muy buenos comuneros, alucinados por los mismos traidores.., la Confederación estuvo en bastante desórden, é imposibilitada de poder obrar con la energía que lo hubiera hecho si no hubiese ocurrido este desagradable incidente.

»Él separó de las juntas de los masones todos los obstáculos, y los puso en aptitud de obrar con ventajas para perfeccionar sus depravados designios. En primer lugar, intimidaron al Rey, le hicieron creer que su ruina era indudable si se separaba del plan de Cámaras, y el Rey, sin perder jamás de vista su idea de engañarlos, les prometió de nuevo seguirlo. Le oyeron con desconfianza, pero no tuvieron el valor que era necesario para apartarse de sus intenciones, aunque ya consideraban difícil llevarlas á efecto.

»Entónces fué cuando el ministerio espirante, de acuerdo con el Grande Oriente y con la doble idea de sujetar al Rey á sus planes, y de sostenerse en las poltronas, resolvió la salida del gobierno y del Rey para Sevilla. Los franceses no habían pisado todavía el suelo español, ni lo pisaron hasta un mes despues; pero la inicua disposicion de desamparar la córte (que se disfrazó diciendo que se quería dejar expedito el paso al enemigo para que se internase, pues habia planes combinados para cortar su retirada) sirvió para vigorizar los planes de los serviles, parar al gobierno por espacio de un mes de las interesantes tareas que reclamaba con urgencia la situacion de la pátria, para invertir inmensas sumas, sin consideracion á la penuria del Tesoro

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