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§ XLVIII.


Sucesos del 7 de Julio de 1822, narrados por un comunero: manejos de las sociedades secretas en ellos, y sus consecuencias.


Fernando VII seguía conspirando por su cuenta, mientras las sociedades secretas conspiraban entre sí y para sí, y contra él.

El primero lo hacía ocultamente por medio de sus agentes en varias córtes de Europa, en las provincias, y además en la córte, explotando el descontento del ejército y del clero y gran porcion de la grandeza. Esta parte de la historia ha sido descrita y es bastante conocida. La lucha de las sociedades secretas entre sí, aunque sabida por los que desean penetrar en los misterios recónditos y ocultos, pero á veces muy trascendentales, de la historia, no ha sido bien pintada. Los escritores políticos huyen de esto generalmente, alegando que, esas miserias, aun cuando sean ciertas, rebajan el carácter elevado de la historia, y, buscando en ésta la belleza y la grandiosidad, más bien que la exactitud, describen solamente las figuras que se mueven más y se destacan más del fondo de los sucesos, á veces oscuro, omitiendo y aún encubriendo los ocultos hilos y resortes que Manejan estos personajes teatrales, y con que á veces son manejados.

En la misma novela histórica titulada Misterios de las sociedades secretas, el Sr. Riera y Comas incluye una relacion hecha por un redactor de El Zurriago, que durante su emigracion en Londres la escribió en un acceso de despecho. El estilo es algo bajo, y desciende á pequeñeces personales; pero hay en él cierto matiz de verdad que interesa, y coinciden con su contenido las noticias confidenciales que yo he adquirido sobre aquel suceso. El Sr. Riera lo hace preceder del párrafo siguiente (1), hablando del motin de los guardias el dia 30 de Junio de 1822:

«Atribuyóse este motin a los comuneros; pero el resultado fijo de ello fue que dejaronse (2) cesantes a los jefes de los seis batallones citados ; pusiéronse en su lugar á otros menos liberales, algunos de los cuales eran á satísfaccion del


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(1) Tomo III, pág. 301 de la primera edición. En la segunda se ha omitido.

(2) El lenguaje del zurriaguista, y el mismo de la novela del Sr. Riera y Comas, dejan que desear tanto como su criterio histórico.