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ella el ciudadano Romero Alpuente, con el título de ¡moderador del orden!

Las intrigas de la francmasonería para revolver á los comuneros entre sí aún más de lo que estaban, y arrancar el poder de sus manos, cuando el despecho pesimista de Fernando VII los llamó á formar ministerio, necesitan narracion especial y párrafo aparte, pues constituyen uno de los hechos más curiosos y edificantes de aquel tiempo; y acerca de él oiremos á francmasones y comuneros.

Con respecto á la organizacion de éstos, nada añadiremos á lo ya dicho; tanto más, cuanto que en los apéndices se hallaran sus estatutos y código penal (1).

En cuanto al número de comuneros, se habla con mucha variedad. El autor de la Historia de la vida y reinado de Fernando VII, que en muchas cosas sigue, y aun copia, al marqués de Miraflores, los calcula en unos cuarenta mil. El anónimo Zurriaguista, cuyo manuscrito publicó Riera y Comas, los hace subir á sesenta mil. Yo calculo que apenas llegaban á diez mil en toda España los alistados; pero contaban como adeptos suyos á todos los soldados, con los cuales podian contar á ciencia cierta los jefes comuneros, y las hordas de sicarios que tenian á sus órdenes, ó que, en casos dados, les alquilaban los carbonarios, con los cuales vivian en amistad estrecha, con harto sentimiento de los francmasones, que eran los moderados de aquel tiempo.

La mayor parte de las torres contaban solamente de cuarenta á ochenta comuneros, o sea unos sesenta por término medio (2). Aunque en Madrid y otras capitales eran más numerosos, con todo, multiplicados por ese cálculo, se verá la razon que hay para asegurar que, por mucho que se quiera ponderar su número, no eran más de unos diez mil.

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(1) Estos estatutos son muy comunes. Yo he reunido hasta cinco adiciones de ellos. La más abundante y oficial es una que lleva al frente el sepulcro de Padilla y demás comuneros, con varias alegorías. Hay otra muy rara con comentarios satíricos, puestos por la francmasonería en el apéndice.

(2) En Calatayud, a pesar de los esfuerzos de Riego y Lopez Pinto, sólo eran cuarenta y seis: entré ellos había tres curas: es verdad que en algunos pueblos inmediatos había tambien torre y casas fuertes. Habiendo sorprendido los realistas á Lopez Pinto en la granja de Zaragozilla, cerca del Monasterio de Piedra, cuando iba fugitivo con los nacionales de aquel pais, le cogieron el equipaje y todos los papeles de los comuneros de aquella provincia.