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hasta la exageracion y el fanatismo. El que se decide á espía doble, y se compromete á desempeñar el papel de Regato, tiene siempre que colocarse entre los intransigentes, echar la culpa de todo á los más templados, y proponer de continuo medidas extremas y comprometedoras. Regato supo hacer esto á las mil maravillas: una de sus mayores habilidades fué el hacer apedrear las casas de los embajadores de la Santa Alianza, á fin de suscitar conflictos (1). Hízolo con tal maestría, que tuvo habilidad para escurrir el bulto, dejando en manos de la policía á un zapatero, patriota de los más calentitos, llamado Damian Santiago, á quien prendieron frente á la embajada de Rusia. El pobre maestro de obra prima (ahora sería artista) quedó por editor responsable de aquella hazaña, miéntras Regato recibia en el castillo los calurosos plácemes de los hijos de Padilla. Encantados éstos á vista del patriotismo de Regato y de su gran lealtad y celo, no pararon hasta que hicieron que las Córtes le declaráran ¡benemérito de la patria! Fernando VII le pagaba muy bien, y cuando los comuneros y francmasones tuvieron que emigrar, Regato se quedó tranquilo en casa, comiendo el premio de sus buenos servicios.

No fué Regato el único tipo de este género, más común entre los realistas que entre los liberales: éstos suelen escarmentar perfectamente á los que llegan á ser descubiertos, y generalmente no mueren en su cama.

Merced á estas hábiles maniobras, los comuneros, no solamente vivieron en perpetua riña con los francmasones y en reconciliaciones pasajeras, sino que ellos mismos se enredaron en disensiones interminables, y su existencia fué un cisma continuo desde fines del año 1821. Las fortalezas que tenian, segun su órden de antigüedad, y las que aumentaron en 1822, eran unas cincuenta, segun la lista publicada por ellos mismos.

1 Madrid. 5 Córdoba.

2 Segovia. 6 Valladolid.

3 Murcia * (2) 7 Barcelona.

4 Jaen. * 8 Valencia.


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(1) Lo mismo sucedió en la quema de las armas pontificas el año de 1868.A las doce del día se avisaba a los estudiantes de la Universidad para las ocho de la noche: la consigna vino de la redacción de un periódico. A la una se puso un papelito avisando a los demás: yo mismo lo vi. Mons. Franchi avisó dos veces al gobierno; pero como era la masonería ibérica e irregular la que dirigia la fiesta , se dejó llevarla á cabo. Quemado el escudo pontificio frente al ministerio de Gracia y Justicia, en la calle Ancha de San Bernardo, el Sr. Rivero, con admirable energía, disolvió los grupos.

(2) Los números que llevan estrella indican las torres cuyos procuradores promovieron la disidencia á fines del año 1822.