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más desacreditado el sistema constitucional, pues los anarquistas vencidos lograron derribar á los partidarios del orden vencedores.

Pero no por eso terminaron las tentativas republicanas, más ó ménos encubiertas. Los comuneros trabajaron siempre en ese sentido, y áun los francmasones, cuando les convino para oponerse á los comuneros, que les habían arrebatado los destinos y el gobierno despues de los sucesos del 7 de Julio de 1822.

Mina, Riego, Copons y todos los furibundos, vencidos á fines del año anterior, volvieron al poder despues de aquellos infaustos sucesos, en que se necesitó para perder el juego toda la proverbial y solemnísima torpeza de los realistas en materia de conspiraciones, pues no podian hacerlo peor que lo hicieron (1). La conducta infame de Fernando VII, excitando á los nacionales á que acuchillaran á los guardias fugitivos, por el y por sus torpísimos agentes conducidos al matadero, es una de las páginas más afrentosas de la monarquía española, pues para buscar otra igual hay que retroceder á los tiempos de los tres Pedros Crueles y a cual peores. Así, ¿cómo no habían de desarrollarse los instintos republicanos?

El dia 9 de Junio de 1822 debían entrar los realistas en Navarra, equipados por cuenta de la junta de Bayona. Supolo por sus espías el capitan general de aquella provincia, y procuró aglomerar tropas en la frontera: entre éstas se obligó á que saliesen los nacionales del valle de Salazar, que lo eran á la fuerza y de los llamados de la ley. La mayor parte do ellos estaban comprometidos con los realistas de Bayona. Al hacer una batida en el bosque de Irati, en vez de encontrar allí realistas ocultos, hallaron ocho republicanos franceses desertores y un coronel llamado Adulfo, que venian con papeles sediciosos y proclamas republicanas. Así que los vieron el comandante y soldados del regimiento de Toledo, todos ellos comuneros. trataron de echar por otro lado para que pudieran evadirse: pero los realistas no pararon hasta cogerlos, con harto sentimiento del jefe de la columna. que despues de hablar un rato con el coronel Adulfo le dejó escapar. Sin duda le haria la señal de los hijos de la viuda. Entregados á las autoridades de Pamplona por los milicianos, éstas «los incorporaron á las filas constitucionales, con recomendacion á sus jefes por los servicios que habían intentado hacer á nuestra patria (2).»


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(1) Lo que les acaba de pasar con el Sr. Escoda manifiesta lo poco que de entonces hasta ahora han adelantado. Escoda dicen que no es un lince, y cuanto más se rebaje á este, mas rebajados quedan los que se han dejado engañar por él. El hecho es inmoral; pero ¿quién cae en lazo tan grosero?

(2) Historia de la guerra de la división real de Navarra…, por D. Andrés Martin. curá párroco de Ustarroz, etc., pág. 52