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republicanismo de los demócratas de la ciudad condal cuando no se avergonzaron de hincarse de rodillas delante de Luis XIV, para pedirle amparo contra su Rey ó Conde. Ellos con su republicanismo dieron lugar á que el rey de Francia nos robára una cuarta parte de Cataluña, como robó la Alsacia y la Lorena, que justamente acaban los fran-ceses de perder. Mas en el siglo pasado nada se oyó en sentido republicano, ántes bien fueron sofocadas todas las instituciones democráticas, merced á la influencia de una exagerada centralizacion á estilo de Francia, sin que los ejemplos de la revolucion francesa hiciesen pensar en república, pues hemos visto que los francmasones mismos eran los que mandaban suprimir en la Novísima Recopilacion nuestras antiguas leyes políticas y mutilar los cánones toledanos relativos a franquicias y libertades que amenguáran el poder del Rey.

En Cádiz es donde se halla la cuna del republicanismo español. En los atropellos contra la regencia, en la proclamacion de los derechos del hombre por el cura Muñoz Torrero, en el perjurio de los diputados intrusos de aquellas Córtes anticonstitucionales; donde el estamento popular usurpó sus derechos á los otros más antiguos y respetables que él, allí, allí es donde nació nuestro partido republicano; y los que tal hicieron son los padres de la república española y de las repúblicas hispano-americanas, y los asesinos de la monarquía tradicional de nuestra nacion. ¿Y acaso eran otras las ideas de aquellos padres de la patria? ¡Pues qué! ¿no fueron las obras del. canónigo Marina y del abogado Sempere escritas con hiel y veneno contra nuestros antiguos Reyes, y llenas de citas truncadas, de hechos tergiversados y aun falsificados, de los que más han contribuido á inocular en los ánimos de la juventud española ideas antimonárquicas y republicanas?

Por otra parte, es bien sabido que ya en Cádiz se presentaron algunos combatiendo á la monarquía abiertamente; que la mayor parte de los clubs y las lógias de aquel pueblo adolecian de lo mismo, y que Montijo aseguró á Fernan do VII en la junta de Daroca que eran republicanos en sus ideas y tendencias casi todos los diputados liberales, y que él mismo había asistido á un club celebrado en un café, donde se acordó matar al Rey á su vuelta de Francia y establecer la república.

Las conspiraciones del café de Levante y de Richard eran tambien republicanas, segun hemos visto, y tendian, no sólo al destronamiento, sino al asesinato del Monarca.La de Vidal en Valencia tropezó con las tendencias socialistas, más que republicanas, de aquel país; tendencias poco gratas, dicho sea de paso, á los opulentos masones y ambi-