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soldados levantiscos y sus jefes francmasones, de la Religion contra el indiferentismo y la impiedad. Por desgracia, muchos de los jefes que acaudillaban aquellas bandas de campesinos y montañeses, llenos de fé, tenian ménos fé y peor moralidad que los militares liberales. Esta cadena de conspiraciones y sus resultados no son de nuestro objeto, y mucho ménos la narracion de sus vicisitudes, victorias, correrías, desastres y varia fortuna. Pero sí conviene estudiar la série de las tramas cortesanas y las maniobras de los principales agentes realistas, que de un modo más ó ménos encubierto eran el foco de todas aquellas continuas llamaradas. Sería un absurdo suponer á las guerrillas hijas de sociedades secretas del partido realista. El ódio contra la Constitucion era general en todas las provincias del Norte, desde la desembocadura del Ebro á la del Miño, y los liberales lo hacían mayor cada día con sus demasías, y continuos insultos á la Religion y sus ministros. Pasado ese primer momento de estupor, que sobreviene siempre despues de las grandes catástrofes, los vencidos principiaron á pensar en levantarse contra los vencedores, que los llenaban de injurias y se repartían el botín. Sucede a los pueblos como á los viajeros sorprendidos por ladrones en un camino: se dejan atar mansamente, sin hacer resistencia cuando pudieran hacerla, y luego, despues de atados, principian á pensar en evadirse mientras los bandoleros riñen repartiendose la presa. Tal fué lo que sucedió á los realistas en 1820. Sin armas, sin recursos, sin disciplina, llenos de tardío coraje, cansados de sufrir palos é improperios en nombre de la libertad , lanzáronse contra los liberales, es decir, contra el ejército y los políticos de las ciudades, con la misma valentía que habían empleado contra los franceses: quizá no hubieran triunfado sin el auxilio de éstos, como no triunfáran nuestros padres sin el de los ingleses y los rusos. Dejando, pues, á un lado toda esta parte de la guerra civil, ajena a nuestro propósito, veamos las conspiraciones cortesanas realistas y sus secretos focos, en contraposicion á esos motines liberalescos, hijos de las lógias y de las sociedades secretas, donde se incubaban.


1.ª conspiración palaciega: la del 8 de julio de 1820.


Varios dependientes de Palacio, de acuerdo con algunos guardias de Corps, formaron una conspiracion desatinada para impedir la reunion de las Córtes el domingo 9 de Julio. Los guardias de Corps intentaron salir á caballo de su cuartel, llevando atado al brazo un pañuelo blanco: su ob-