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tra para nuestro propósito y para indicar que ese género masónico, ó lo que sea, no fué desconocido en España.

Añadiré á esto otra observacion curiosa. Los canteros y picapedreros de la provincia de Pontevedra son los más hábiles de Galicia, ó pasan por los mejores. A ellos se encargan generalmente las principales obras de cantería y las grandes construcciones, no solamente en Galicia, sino tambien en Leon y Castilla la Vieja, hasta por Valladolid y Salamanca, disputando esos trabajos á los vizcaínos , sus émulos en estas tareas.

Aquellos constructores son, no solamente diestros, sino tambien ágiles y sueltos, se sostienen fácilmente y con serenidad á gran altura sobre ligeros andamios, y trepan sin vacilacion a las torres y cimborrios de las iglesias, resultando así más económico su trabajo, que no el de los albañiles del país, que exigen más precauciones y más sólidos andamios.

Entre estos constructores gallegos se ha observado que hay cierta especie de masonería. Ellos tienen su dialecto particular, con que se comunican, sin que sepan los otros lo que se están diciendo (1), se apoyan mútuamente y se recomiendan y favorecen de un modo muy marcado.

—¿Pero indica esto que sean verdaderos masones? (2)

En mi juicio, no. Estos dialectos particulares, como el patois que se habla en los puertos, y sobre todo en los de Levante, es un fenómeno comun y sencillo, sin malicia alguna. El trato frecuente entre personas que tienen hábitos comunes y necesidad de entenderse de un modo especial, viene á engendrarlo. Perez Bayer, en su Memorial á Carlos III contra los colegiales mayores de Castilla, acusaba á éstos de tener un dialecto particular y voces de uso peculiar. Pero¿qué tenía esto de extraño? No há mucho tiempo me referia una señorita, educada en un colegio excelente, y á cargo de religiosas, que las colegialas mayorcitas tenian un dialecto particular, formado de voces de uso comun y corriente, á las que daban otro sentido, por cuyo medio se comunicaban entre sí, aun á presencia de las mismas maestras y de las otras colegialitas de menos edad, sin que unas ni otras comprendieran lo que se decian, formando esta conversacion enigmática y misteriosa las delicias de las iniciadas en el secreto, que se burlaban así de las demás personas con quienes vivan. ¿Diremos que era esto cosa de masonería?

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(1) Los canteros del concejo de Rivadesella, erguinos, y los tejeros del de Llanes, tamargos, en Asturias, tienen tambien sus Jergas especiales, con el mismo objeto que los canteros de Pontevedra.

(2) También se han querido mirar como masónicos los signos geométricos de otras figuras que ponian los canteros en las piedras labradas para saber quién las había desbastado. Algunas de ellas, que he visto en iglesias y catedrales antiguas, creo no tengan mas significación.