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los comuneros, por el hecho sólo de que Pepé y sus partidarios habian sido desechados por los masones; lo que les bastó para obtener en Cataluña la proteccion de los primeros, y para que D. M. y M. G. (¿Diego Mejía, y Gutierrez?), jefes principales de los comuneros, fuesen sus apologistas.

»Bajo sus auspicios echaron los europeos en Barcelona los fundamentos de su existencia, y su sociedad llegó á ser muy numerosa, reforzándose con todos los italianos refugiados que habían abandonado el carbonarismo. Su jefe manifiesto era el abogado piamontés Prina, á quien se reunieron todos los generales de la misma nacion. Pero los. europeos fueron siempre desde el principio como tropas mercenarias, que marchaban en pos de las dos sociedades dominantes, segun el grado de favor de que gozaban con cada una de ellas.

»Cuando todas las sectas se reunieron para destruir á los carbonarios , se confió esta comision delicada á los italianos, que la desempeñaron con toda su sagacidad característica. Empezaron corrompiendo con dinero á los jefes que gozaban más influencia entre ellos (los carbonarios), excitaron despues la discordia entre los otros miembros, é hicieron tanto, que la secta fue disuelta; de suerte que sus miembros fueron á reforzar las filas de las otras sociedades.

»La asociacion europea trabajaba aún en el mes de Agosto de 1823, y en la misma época se sabe que habia tambien en Barcelona otro club italiano dirigido por el ex-mayor napolitano Horacio D'Atellis. Este, habituado á la intriga, astuto y sagaz en extremo, escritor por otra parte elocuente, era á la verdad más temible que todos los europeos juntos. Enemigo declarado desde los principios del general Pepé, lo ridiculizó en mil folletos, y lo desacreditó enteramente publicando el Ottimestre, ó historia de la revolucion de Nápoles, obra infame y llena de veneno republicano. D'Atellis, á la cabeza de su lógia, se puso en comunicacion con. las sociedades de Génova, de Ginebra, de Londres y de Edimburgo, y esta lógia hubiera llegado á ser la más peligrosa de todas las de España si hubiese podido lograr el ser reconocida por el Grande Oriente, Viendo D'Atellis inútiles todos sus esfuerzos, cargado de deudas y. de delitos, se hizo el agente de la masonería y del carbonarismo, y últimamente fue arrojado de Barcelona por comun consentimiento de las dos sectas.

»La Asociacion francesa se formó en Madrid bajo los. auspicios del Grande Oriente español. No se saben los nombres de todos sus miembros; se veian, sí, inscritas todas las personas quo habian perdido el honor, el crédito y la fortuna, ó que, hallándose perseguidas y amenazadas por la es-