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neros, no se dejaron seducir. Algunos de los patriotas más exaltados fueron reducidos á prision , entre ellos Nuñez Macron, Morales, Mejía, Bessieres, etc.; y esto no sólo se hacía en Madrid, sino en las provincias, en las cuales los bajás obraban siempre á satisfaccion del sultánico ministerio Martínez de la Rosa.»

El autor sigue atribuyendo á los anilleros el pronunciamiento de la Guardia Real el dia 7 de Julio, callando la parte que en él tomaron los realistas, que por cierto lo hicieron muy mal. De callar el apócrifo P. Vincencio (1) las maniobras de la camarilla y de los realistas en aquella conspiracion , tenía que caer en el extremo de ponerse del lado de los comuneros y tragalistas, y prohijar sus declamaciones, faltando á la verdad histórica. Así es que, despues de poner casi en ridículo la batalla de las Platerías (2), en que San Martin se portó con gran valor y energía, calla el horrible motin del dia 4 de Febrero de 1822, dirigido, costeado y pagado por los comuneros para asesinar á Toreno y a Martinez de la Rosa.

El gobierno acababa de presentar tres proyectos de ley sobre imprenta, peticiones y sociedades patrióticas. En esta última se quería cohibir, no solamente á los charlatanes de café, sino aun más á los sectarios de las sociedades secretas. En mal hora Calatrava, ántes anillero, y á la sazon casi comunero, alzó la voz contra aquellas leyes, alegando que podia abusar de ellas el tirano, temiendo ménos la anarquía y el libertinaje presente y cierto, que una tiranía futura y poco probable. Defendiéronlas con gran brío Martínez de la Rosa y Toreno, los cuales, á la salida de las Córtes, fueron insultados al grito de ¡Viva Riego!

El dia 4 de Febrero, dice el autor de la Historia de la vida y reinado de Fernando VII (3), «hombres vendidos al oro de las sociedades secretas llenaron de improperios á vários representantes, que milagrosamente escaparon de los puñales de los asesinos (4). Enfurecidos los sediciosos


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(1) El papel del P. Vincencio en esa novela comprometeria á los Padres de la Compañia de Jesus en España si una novela pudiera pasar de ser novela. Un Jesuita que dirige una sociedad secreta, aunque sea con buen fin, compromete a su instituto, mucho más cuando él dice á su discipulo que los Jesuitas no se metian en politica. ¡Estrafalaria contradicion!

(2) Titulo grotesco que se dió á la batida de los alborotadores que paseaban el retrato de Riego, y á quienes San Martin corrío en aquella calle, no sin romper el baston en las costillas de uno, que le preguntó con qué autoridad mandaba disolver aquellos grupos. ¡Ojalá hubiese estado tan enérgico en la tarde del degüello de los frailes, en la cual no estuvo á la altura de su reputacion antirevolucionaria, como veremos luego!

(3) Tomo III, pág. 284.

(4) El milagro lo hicieron los buenos puños de un coronel que se puso al lado de Toreno al salir este de las Córtes, y de dos bofetones y un puntapié tendió á los dos primeros pillos que se acercaron á él. Tampoco Toreno estuvo parado. El conjuro fue tan eficaz, que los demás de la cuerda corrieron como gamos. Lo sé por un testigo de vista, sujeto muy veraz,

TOMO 1.