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modernos para hacer á la España esclava de su ambicion y de sus caprichos.

»Las contiendas entre las dos sociedades produjeron en Cádiz, en Valencia y en Tarragona escenas menos escandalosas sin duda, pero siempre funestas á la causa pública. Sin embargo de todo, estos sectarios sabian reunirse cuando su interés comun los obligaba á perseguir á los realistas ó á los hombres tranquilos. Los decretos de proscripcion lanzados contra los primeros, los horribles asesinatos del obispo de Vich, de Vinuesa , de Elío, de Goiffieu, y las sumas enormes obtenidas por exacciones forzosas, la traslacion de los eclesiásticos de unas á otras provincias, etc., fueron por donde quiera los tristes resultados de esta alianza infernal.

»Las lógias masónicas, ya fijas, ya ambulantes con los regimientos, se extendieron en todos los puntos de la Península. Los comuneros tenian, sin embargo, duplicado número de Torres, en donde, como hemos dicho ya, se admitía toda clase de gentes, hasta descamisados. El Grande Oriente sostenia una correspondencia seguida con los capítulos generales de las provincias, y éstos hacian lo mismo con las lógias regulares.

»Las cuestiones más graves eran el objeto de esta comunicación no interrumpida : en las asambleas se discutian los proyectos de ley, la mutacion de ministros y de todas las autoridades; se designaban los que habían de ser elegidos diputados á Córtes ; no se omitia disposicion ni medida alguna relativa á la administracion del Estado, y frecuentemente se descendía hasta consultar á las simples lógias, las que siempre eran oidas cuando se trataba de cosas puramente locales, sobre lo cual la asamblea pronunciaba en último término. De donde se debe concluir que nuestros ilustres legisladores, sentados sobre los bancos del convento de doña María de Aragon, eran unos órganos serviles, ó instrumentos ciegos de la faccion masónica que los trataba como esclavos.

»Cuando el Grande Oriente no se atrevia á tomar por sí la iniciativa procuraba ser excitado por los masones de las provincias, de quienes recibia todas las noticias que podían contribuir á llevar á efecto sus planes ; y así se veían llover peticiones, quejas, representaciones, á que se daba el nombre de Voto del Pueblo, de Opinion general, etc.

»Una serie de relaciones semejantes unia igualmente á los comuneros en sus deseos y en su medio de accion. La grande Asamblea de Madrid estaba en correspondencia con la principal de cada provincia, cuyo jefe, que trasmina las órdenes á las Torres particulares, era el Gran Castellano.

»Los periódicos pertenecian también á las sociedades secretas: así, El Espectador en Madrid, El Grito de Riego en