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yos funestos efectos había experimentado la Francia á fines del siglo anterior, y las sociedades secretas, tan favorables á la propagacion de las ideas de los novadores, no habrían penetrado en esta nacion privilegiada (1), que no conocia los furores de las revoluciones, si la Providencia, para castigo del género humano, no hubiese suscitado un hombre, que no sólo nos hizo una guerra terrible, sino que introdujo también entre nosotros la peste moral que ha costado tanta sangre á nuestros vecinos y á nuestros aliados.

»En efecto; hasta la invasion francesa la España apenas podia contar algunos de sus hijos iniciados en los misterios de la Masonería, y éstos lo habian sido léjos de su patria, en los países extranjeros (2), desconocida entre nosotros, y áun por muchos creida como imaginaria. Cuando de hecho extinguieron la Inquisicion, no se hallaron en los archivos del Santo-Oficio sino un muy corto número de procesos relativos á la masonería; y aun los documentos ofrecían tanta confusion y circunstancias tan vagas y discordantes, que la Inquisicion parecia no estar versada en las causas relativas á ella. Más aún: cuando en toda la España se abrieron las prisiones del Santo Oficio, no se hallaron en ellas sino tres o cuatro personas detenidas como masones; de donde se debe concluir que hasta el 1808 los francmasones no existian aquí como sociedad, porque en otro caso difícilmente hubieran podido escapar á la vigilancia de la Inquisicion.

»Los apóstoles, ó si se quiere los primeros propagadores de esta secta en la Península, fueron muchos militares al servicio de Napoleon, entre los cuales los generales L... y M... se hicieron notar por su espíritu de proselitismo. El primero propagó la masonería en la Andalucía, y el segundo en la provincia de Soria. Otros militares trabajaron al mismo tiempo, y consiguieron establecerla en Madrid al lado del trono efímero y usurpado de José: y ó bien fuese atractivo de la novedad, ó necesidad de reunirse y estrechar los lazos de la amistad para con unos hombres que habian seguido el mismo partido, se vio correr á las logias á los ministros del Rey intruso, á sus consejeros de Estado, escritores políticos, en fin, todos los primeros personajes entre los que habían abrazado la causa de la nueva dinas-


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(1) Queda probado hasta la evidencia que no es cierto lo que aseguran aqui aquellos respetables señores, de que no se hubiese propagado la francmasonería por España, pues ellos mismos en parte acreditan lo contrario. Queda también probado que el Tribunal del Santo Oficio, á pesar de su indisputable celo y de su actividad, no fue suficiente á impedir su propagacion y á descubrirla, si. bien impidió que tuviera el aumento y publicidad que en otras partes, lo cual no fue poco.

(2) Sin embargo, véase á la pág. 74 el aviso del embajador de España en Viena, de que en 1748 se había hallado en una lógia alemana allí descubierta un manuscrito intitulado Antorcha resplandeciente, en el cual, entre otras lógias correspondientes, se contaban las de Cádiz.