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»Tantas dilapidaciones llegaron á ser públicas y notorias, y algunas de las medidas del gobierno desagradaron altamente al ejército nacional que estaba acantonado enla isla de Leon, y cuya mayor parte estaba en pró de los comuneros, los cuales y sus adictos en el ejército (con verdad sea dicho) no suspiraban sino por la caída de los masones, para poder seguir el ejemplo administrativo que éstos le señalaban y hacian envidiar. Constantes en este objeto los comuneros trabajaron asiduamente en sus lógias o torres para lograr la caida del ministerio, y se pensó dar un golpe de mano con el Ejército nacional de lá Isla (1), ya que de otra manera no podian conseguir sus fines. Tomadas estaban ya todas las disposiciones; pero el gobierno, que estaba al corriente de todas las maquinaciones, quiso destruir el ejército de la Isla, y lo ejecutó.

»Entónces era ministro de la Guerra el marqués de las Amarillas, y á él se debió la realizacion de este proyecto.

»El .dia 8 de Agosto, el capitan general de Andalucía, D. J. O'Donojú, comunicó á los jefes del ejército de observacion en la Isla una real órden de 14 de Julio mandando disolver el ejercito. Protestaron contra ella los generales Riego, Lopez Baños y Arco Agüero, alegando razones especiosas é hipócritas para la conservación de aquellas tropas reunidas. Es una cosa edificante el leer en la representacion hecha al Rey por aquellos tres santos varones esta preciosa cláusula: «La ley fundamental del Estado y la seguridad pública están amenazadas por asociaciones protegidas por extranjeros, y por inquietudes internas, cuyas causas pueden tambien atribuirse á influencia extranjera (2).»

Se necesitaba mucha desvergüenza para hablar de asociaciones protegidas por extranjeros á mediados de 1820, los que tenían el ejército minado por las sociedades secretas para derribar el Trono y proclamar la república.

El ejército fué disuelto; pero el ministerio Argüelles, desacreditado por sus dilapidaciones escandalosas y por la difamacion sistemática y calculada de las sociedades secretas contra él, tuvo tambien que dejar el puesto.

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(1) Lo de siempre. Desde Riego hasta Topete.

(2) La célebre mano oculta, que tiene siempre a los progresistas cogidos por las narices.