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Hay además una inexactitud en lo que se dice de la oposicion de Galiano á la admision del general franciscano en la masonería, efecto de haber escrito con ese despego y fiado en la memoria. Dice aquel historiador que en sus tratos con aquél, de parte del Rey, para instituir un ministerio exaltado, pero franco, en vez del moderado, sobre lo cual trabajaba Galiano por encargo de la masonería, «á los de la Sociedad agradaba poco la negociacion, y así no quedaron satisfechos del giro que llevaba, ni del estado en que se habia puesto.»

A estos motivos de perturbacion constante uníase la presencia de Riego al frente del ejército que había sublevado en la Isla, el cual era una amenaza contínua al órden y al gobierno. El marqués de las Amarillas mandó por fin disolver aquel ejército levantisco, á pesar de las reclamaciones de Riego y de las lógias por medio de sus clubs. Costóle salir del ministerio el día 18 de Agosto, al paso que doce días despues entraba Riego en la córte en medio de una gran ovacion preparada por sus amigos y las lógias de Madrid.

Su venida á la córte fué funesta para todas y para él mismo. De lejos parecía algo; visto de cerca, hacía reir. La historia, inexorable en sus fallos, le ha marcado ya con el que ha de llevar, y por más himnos que se le canten y más oropeles que se le pongan, la crítica histórica dirá siempre que era un pobre hombre, aunque á ratos de mala entraña.

Tal le veremos en los últimos dias de su vida, robando la plata de todas las iglesias, asesinando á indefensos ciudadanos entre las sombras de la noche y sin formacion de causa, y prendiendo á los generales superiores suyos, como habia hecho en el Palmar.


§ XXXVII.


La masonería saquea el Tesoro á titulo de indemnizaciones: dilapidaciones del divino Argüelles.


Las sociedades secretas y sus conspiraciones habian tenido por objeto el bien general de la nacion, al decir de sus corifeos. Elevados éstos al poder, echóse de ver al punto que el bienestar que buscaban era el suyo particular y el de sus paniaguados; y la codicia que manifestaron, su hambre de destinos y sus escandalosas dilapidaciones, abrieron bien pronto los ojos á los pocos ilusos que pudieran haberse dejado llevar de aquellas palabras. Los insurgentes tuvieron